No deberías volver a nada, a nadie, pues la historia interrumpida ya no hace mella en tu corazón. Las aceras surgen como el lamento de la gente, como una vía dulce de población maquinal. Escuché la huida de los insectos, el lamento del aire, la imposición de los rayos solares. Y me fui a la calle a ver ni nada ni nadie. España está polarizada, está enfrentada. No quieren eso los ciudadanos españoles. Los ciudadanos españoles, en la calle, se entienden. El respeto que ofrece lo inútil ( una estatua, una novela, una farola modernista) me hace pasar por un elitista que saborea casi la luna. Hoy quiero celebrar aquello mientras las nubes van a la puesta de sol, dando tintes rosados a las cosas.
No pude resistir la perfección del silencio
y me quedé escuchándolo, vibrante y lúcido.
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