Y el monte parió mezquino topo. Y Franco, bien afeitado, llegó a Asturias a pescar el salmón. La democracia podría esperar. Esperar a que un autócrata rompiera la división de poderes. Todos los jueces eran progresistas y todos los jueces eran unos jetas. Y más el presidente, que viajaba y viajaba y no se cansaba de viajar. En un avión presidencial, cómo no. Y gastando heavy fuel heavy fuel y dineros de los contribuyentes. Pero no paraba ahí la cosa sino que había una coalición demoniaca con la mugre comunista: la mujer, la primera. La mujer a odiar al hombre porque sí. Puta mugre comunista-feminista-venezolana-iraní. Por ahí había que ver qué persigue esta gentuza. Ya están muy vistos esta decadencia de Lenin en estatua viva del Kremlin. Ojalá no les votara nadie ya y desaparecieran del mapa.
La luna sale y lunáticos hace.
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