En mi cabeza tengo nublados que no desaguan nunca, ahí se queda el agua retenida y enferma. Las luces de colores de la mañana no me dicen nada: el azul del cielo, el verde del césped, el gris de los troncos de árbol y el blanco de las nubes. Nada me afecta sensorialmente. Como el poeta que tenía "un himno extraño y gigante", yo tengo un pensamiento triste y abrumador que me sigue cuando despierto por la mañana. La maldita muerte, la maldita enfermedad, el maldito paso del tiempo van haciendo pam, pam, pam en mi mente y me agotan. Pero vivamos la vida, seamos felices a ver si hay un motivo para reír en este día lunes de marzo y pasémoslo bien. Viva la vida en todo su esplendor, amén.
El canto del gallo, al alba,
los árboles del camino,
la inquietud de cada hora
angustiosa de destino...
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