A veces la vida nos presenta delante la cara de la quimera, que es muy rara. No sé cómo es la quimera, pero es muy rara, no es comprensible para el ser humano, que la esquiva cuanto puede. Pero a veces andamos por el campo, quizás, o quizás por la turbia Babilón y zas, se nos aparece la maldita y odiada quimera. Como ese que silbaba su canción en la escalera, ahora debe arreglarse con la extrañeza de semejante engendro. Y todo sale mal porque la quimera nos asusta, nos mete miedo. Pero todo irá bien si sabemos enfrentarnos a ella, esa señora de pico de cuervo y ojos raros que mira y que mira: la maldita quimera. Pronto sabremos la verdad del encuentro con lo ignorado, pronto nos incorporaremos de ese espanto que sufrimos al presenciarla, pronto averiguaremos qué es y quién somos.
Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.
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