Estoy esperando con fe a que llegue la hora de la risa. Es esta una hora en que la carcajada inunda la vida con ligereza y felicidad, pero parece que no llega. Estamos todos demasiado serios en esta vida de percances existenciales. Si uno se cae, si uno dice alguna divertida burrada, si uno rompe el tedio mañanero y nos reímos todos, qué bien. Pero no ocurrirá tal cosa. La risa se oculta en un rincón pobre y recóndito de donde no sale. La risa no anda por estos barrios y así, nadie lo pasa bien, sino que solo vive, solo vive tranquilamente y lánguidamente. La risa se oculta como si fuera un tesoro de origen muy misterioso, como el tesoro de los piratas que han recorrido todos los mares para esconder ese tesoro. Ojalá venga la risa, esa risa purificadora del alma, en la que reside muchísimo contento y felicidad.
Dicen que baña el sol de oro las columnas,
las corazas color de tortuga, las flores.
Soy dueño de un violín y de algunos harapos.
(...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario