La temperatura es buena, cálida, a las 9 de la mañana en casa. No sé si estar contento o preocuparme o alarmarme por este calor que hace en febrero. El sol permite que yo vaya a Las Rozas y vuelva andando, pero me mosquea este tiempo que hace, este calor que parece de abril o de mayo. Paco dice que yo soy meteoro sensible; o sea, que lo atmosférico me produce cambios psicológicos, que el tiempo me altera. Quizás sea verdad esto. Pero yo preferiría que lloviera un poco, no que haya este clima tan anticiclónico. Pero es Paco el que ve el tiempo una o dos veces al día. Yo no lo veo. Yo me entero del tiempo cuando pasan cinco o seis días iguales y luego todo cambia por las borrascas. Ojalá se emborronara el cielo como el dibujo torpe de un niño y empezara a llover y no dejara hasta marzo.
Prestar es como sembrar el odio.
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