El ciudadano Aurelio, si ve una televisión encendida, se las pira. La última televisión que tuvo la rompió de una patada. Cuando va a un bar, pide que le apaguen la televisión. Si no lo hacen, se pira. El ciudadano Aurelio puede parecer radical pero en estos tiempos que corren, todo es muy radical, así que nada podemos reprocharle. El ciudadano Aurelio vive solo. No aguanta aparatos a su alrededor. No tiene ordenador ni radio ni móvil. Si quieres localizarlo, es muy difícil. El ciudadano Aurelio no se sabe nunca dónde está. El ciudadano Aurelio es así como un fantasma, parece casi que no existe, sin embargo, sí existe. El ciudadano Aurelio anda por el barrio y se le puede pedir consejo, pues es muy sabio. Al ciudadano Aurelio dale un libro y se entretendrá. Al ciudadano Aurelio te le puedes encontrar por la calle pero no sabrás nada de él, excepto que él te cuente lo que te quiera contar. Otra cosa que odia el ciudadano Aurelio es la puta propaganda. El ciudadano Aurelio trabaja en un hotel de lujo de cocinero. Pero nada más.
El hombre ambicioso perece con su deseo.
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