Hemos ido a El Escorial a comer. Yo, en concreto, una perdiz. El restaurante está entre dos muros de casas, al aire libre y un camarero diligente nos ha atendido muy bien. He comprado un libro, además, que he estado leyendo en un banco mientras Paco daba un paseo. Hemos oído una conversación entre sesenteros. Uno no había ido a ver el Palacio por dentro porque se había operado de un pie. Es agente inmobiliario. El otro había sido guardia de una piscina en Alcorcón. Los dos son manchegos. Este último se recorría Madrid buscando bares que dieran de comer. Ha dicho que es buena manera de conocer Madrid. El agente inmobiliario ha hablado de la calle Montesa, que dan buen menú a cualquier hora del día. Uno estaba en una sociedad. El otro apenas bebía. Uno tenía toda la familia divorciada. El otro estaba divorciado él mismo. Uno dice: "como no me he casado..." Han quedado en darse los teléfonos y verse en Madrid. Creo que yo debería también recorrerme Madrid buscando en dónde comer porque en los museos, de comer nada. Como decía el chiste:
-¿te gusta la pintura?
-Más de un bote me empalaga.
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