Majadahonda es un lugar en el que, te levantes a la hora que te levantes, parece que has madrugado. Esa es la sensación en las calles. La gente majariega se echa a la calle muy tarde, de ahí esa sensación de que las 10 de la mañana sea pronto todavía. La gente hace las compras para comer casi a la hora de comer. La gente se pone a charlar en cualquier rincón de la ciudad y se les pasa la hora sin pensar que hay que hacer la comida. La gente habla de fútbol o de cualquier otra cosa con los conocidos como si el tiempo no fuera oro. En Majadahonda la sensación es que el tiempo es hojalata que derrochar sin más. Yo, con las pastillas que tomo de noche, duermo mucho y se me pegan las sábanas, pero a las 10 ya estoy en la calle y me sorprende la poca gente que hay todavía y esa sensación de madrugar a esa hora ya tardía. Si lo comparo con mi pueblo en Segovia, la gente parece que madruga más, pero el caso es que no puedo comprobarlo. Cuando yo era profesor, a las 6 ya estaba de camino al instituto y no veía mucha gente a esa hora.
No juzgues al grano de pimienta por su tamaño: gústalo y verás cómo pica.
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