Paco y yo tenemos un amigo que se llama Fede. Fede es muy raro, es un personaje, como se suele decir. Desayuna en los bares un par de desayunos. Fede es muy católico, o eso dice. Pero Fede a mí no me quita la rutina de encima. Incluso me ha introducido tiempo ha en la rutina de los bares. Fede va a los bares y se cita en los bares con sus amigos, cosa que harta después de un tiempo. Fede va a Torrelodones a oír misa. Fede es enfermo mental. Paco y yo ya tenemos una edad en la que es difícil hacer amigos nuevos. Yo creo que ya nunca conoceré a un escritor o, al menos, un lector de libros. Es mi sino. Siempre rodeado de enfermos mentales que ni leen ni escriben. Ni qué decir tiene conocer una mujer. Aunque Fede tiene una amiga, compañera de piso, que se llama Susana. Susana es maja, se puede hablar con ella. Ojalá que yo conociera un escritor. Podríamos hablar de lo que escribimos y leemos. Podría apuntarme a un club de lectura pero no van más que viejas aburridas.
Antes de juzgar a un individuo, conoce su casa.
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