El otro día cociné una lasaña. Compuse una bechamel, freí carne picada con tomate y orégano y reduje en una cacerola con aceite una bolsa de espinacas. Las placas de pasta se me juntaron todas pero las pude separar para que funcionaran de base de la lasaña. Puse queso por encima y al horno unos momentos. Estuvo estupenda. Yo mismo me impuse hacerla al comprar las placas. Hoy, lo que he cocinado han sido unas lentejas. Tengo que comprar base para empanadillas y hacerlas un día. También he pensado comprar sardinas o boquerones y freírlos. La mañana ya da paso al mediodía. Me asomo al mundo a través del periódico y todo son líos mundiales, nacionales y regionales. No hay ni una sola noticia buena. Ya digo que por la ventana no parece cambiar nada el espectáculo de los días pero está cambiando todo sin darnos cuenta. El bichito que remueve el césped cambia; la urraca que vuela cambia el mundo un poquito; ojalá la guerra acabe, sería un gran cambio para todo el mundo. Esta tarde me voy a Las Rozas a que mis pasos vayan dando oportunidad a mi mente para restablecerse y aunar pensamientos positivos para la noche. Andar es un ejercicio sano y reparador del cerebro.
Bien me quieren las vecinas porque les digo las mentiras.
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