Hoy, antes de comer, me llama una vieja amiga. Tiene casi 70 años. Dice que le han puesto una prótesis de rodilla y le han indicado que ande. Quedamos a las 4. Después de comer voy a ver a mis padres y tengo que darme prisa para llegar a Las Rozas, donde vive mi amiga y se supone que tengo que andar con ella, dar un paseo. La llamo a las 3,40. No contesta. A la llegada de Las Rozas la llamo a las 3,45. No contesta. Pienso que la están violando o que se ha caído o que la ha mordido un perro. Una vez en la terraza del bar, llamo. Son las 4:00. No contesta. Se habrá quedado dormida. La pongo un wasap: te he llamado 3 veces. Me piro de Las Rozas. Cuando estoy llegando a Majadahonda, a mi barrio, llama: que no lo he oído porque estaba en la cocina. Otro día será. Qué mal queda. No habrá otro día.
Peso y medida quitan al hombre fatiga.
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