Sonríe aunque te cueste. Acuéstate a la misma hora. Come bien. Da un paseo largo, muy largo a eso de las 5 de la tarde. Contempla el atardecer mientras te tomas una tónica en un bar con vistas al atardecer. No dejes que el coste de la vida te atrape. Da un beso a tu madre, a tu hijo o a tu mujer si la tienes. Dúchate que sale económico. Mira lo que el estado está haciendo por ti y maravíllate. Sonríe nada más levantarte y saca la cabeza por la ventana y respira profundamente ese aire que viene del mar, si se puede concebir. Anda por casa y mira la de cosas que tienes que otros no pueden tener porque no tienen dinero. Comprueba que no pasas hambre y que hay otros que pasan hambre (para esto último, ver el telediario). Fuma si te gusta. Trabaja lo justo para tener un techo y comer todos los días y disfruta muchísimo de la vida, allí donde estés (no sueñes con otros sitios lejanos). No sientas ansiedad, es muy mala. No te angusties nunca, paso a paso se llega lejos. Confórmate con lo poco que tengas porque esta vida son dos días. Reza si eres creyente: Dios es omnipotente y te puede ayudar. Si no rezas, medita tumbado en la cama durante un rato largo. Meditar ayuda a ordenar el rompecabezas que es la mente. Ten buenos amigos. Lee un libro bueno. Cómete el mundo sin atragantarte. Escribe un diario para conocerte mejor. Conócete: es lo mejor que puedes hacer en esta vida traidora. Recuerda que nada es verdad ni mentira. Pregúntate qué es la verdad aunque sepas que no sabemos nunca qué es la verdad. Duerme del tirón. Otro día empezará. Este mundo es un tango y hay que saber bailarlo.
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