Según Rojas Marcos, en la vida y en el mundo hay tres quimeras (quimera, querido lector ignorante, es un ser fabuloso de la mitología griega que tiene patas de cabra, tronco de ave y cabeza de león). Hay tres quimeras, dice Rojas, que han hecho que el hombre se confunda o luche contra ellas de modo fuerte. Las tres quimeras son: la gente es mala, el pasado siempre fue mejor y nunca alcanzaremos la felicidad. Si nos remontamos solo al siglo XX, que conoció dos guerras mundiales y un crack bursátil que arruinó todo occidente, sentiríamos una especie de paz, aunque estuviéramos en la cola del hambre. Si nos remontáramos al siglo XIX, que, en Historia, no es mucho remontarse, veríamos familias enteras trabajando en la mina por un duro al día, revoluciones y huelgas desmontadas a tiros de bala, cárceles llenas de presos políticos, fábricas que alienaban a la gente de modo cruel. Si nos remontamos, simplemente, a los años 80 del socialismo español, tendríamos: paro, delincuencia y drogas además de una corrupción política que fue escandalosa en el 93.
La felicidad sí existe si tienes buenos amigos, aunque tu familia funcione como el culo. Si perteneces a algún grupo de tipo religioso o civil; si no estás solo. La soledad no querida es enemiga de la felicidad. El pasado es el pasado. Hay que mirar siempre al presente. Eso me lo han enseñado mis padres, que no se preocupan más que el día a día. El dinero no da la felicidad sino sentirte querido.
La gente no es mala. La gente tiene buenos sentimientos por los demás. Lo que pasa es que algunos se vuelven peseteros; o sea, ruines; o sea, avaros y no ven en el mundo más que dinero.
La vida, bien entendida, da muchas satisfacciones. El egoísmo; o sea, Satán, no da más que disgustos.
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