sábado, 7 de enero de 2023

Había un hombre que no le quería nadie en el pueblo.

Ni siquiera le saludaban. En el bar, se sentaba solo. Corrían rumores sobre él, de cuando se fue del pueblo a buscar fortuna, a vivir un vida diferente. Decían de él que había escrito libros y salido en la televisión hablando cosas muy importantes. Lo que pensaban en el pueblo es que estaba un poco loco porque dijo cosas raras, extrañas en algunos sitios a los que fue. Y eso de escribir libros: qué raro. Este hombre había nacido allí, en el pueblo y solo hablaba con un señor de Madrid que venía a verlo de vez en cuando. No se había casado ni hecho boda, como todos los del pueblo, y no había tenido niños como todos los del pueblo, así que era un tipo raro, muy raro. Un día, este hombre salió del pueblo y se echó a andar y paró cuando las piernas se le cansaron. Llegó a otro pueblo quizás un poco más amable y se instaló allí. Todo el mundo le consultaba asuntos pues el hombre sabía un poco de todo. Se acomodó a vivir en este otro pueblo porque allí sí le saludaban y querían e hizo cosas beneficiosas. Murió en paz en ese otro pueblo y se le recordó como el sabio, el sabio de Madrid.

El ausente es como un muerto.


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