Cuando voy a ver a mis padres, mi madre apenas dice nada pero me da dos besos. Le pregunto si está bien y ella dice siempre que sí. Siempre me pregunta que por qué he venido tan pronto a verla, que si no tengo otra cosa que hacer. Luego se duerme o se pone a hacer sopas de letras. Mi madre tiene un despiste de dónde está y lo que hace. Hay que llevarla al podólogo, tiene las uñas muy mal. Mi padre cuenta siempre de alguno que se ha muerto o historias de cuando él iba en camión transportando cosas. Luego habla de sus conocidos en Majadahonda: un viudo que está solo o un conocido con muchos años a cuestas. Después de todo, mis padres están bien, viven el día a día y no sufren mucho. Me alegro por ellos. Voy a verlos.
Por los pájaros no se debe renunciar a sembrar.
Aunque haya inconvenientes se ha de vivir la vida.
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