Te coges un moscoso y pasamos el día feliz. Es de lo que se trata, de dejar un día el trabajo y juntarse con amigos o pareja o padre o madre y pasar un día en otro sitio, en otro tiempo, como si todo fuera diferente. No hay que dejarse las pestañas escribiendo novelas que luego resultan aburridas o en el taxi, hora tras hora, haciendo la hoja o o enfrente de un ordenador toda la mañana y parte de la tarde o atendiendo enfermos o vigilando las vidas de unos mayores. Hay que romper con la rutina de trabajo e ir, por ejemplo, a Brunete, que es de los pueblos más tranquilos que conozco.
Mañana y hoy tienen el mismo sol y la misma luna.
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