Un día un tipo dijo que tenía la razón y como era un tipo de posibles, se fue a un isla desierta para que no se la quitaran. Estando solo, pensó y pensó qué quería la razón para su persona. Y anotó cada idea que fue surgiendo de su cabeza. Volvió a la civilización e intentó primero meter en la cabeza de sus allegados este lema: "si no haces el bien a nadie, por lo menos no le hagas daño." Pero vio que fue en vano pues en su propia familia, había miembros que le hicieron daño gratuito a él mismo y a otros miembros de la familia. Si ya en su núcleo familiar fallaba la razón, pensó que fuera de ella, habría muchos que se dedicaran a hacer el mal a otros. En este trato vejatorio influían el orgullo, la envidia, la prepotencia, la estupidez y otros vicios humanos. Así que volvió a la isla desierta y murió allí pues allí solo se podía hacer daño a sí mismo y no estaba dispuesto a hacérselo.
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