Llevo una semana sin ver a mi madre. Entre este calor que ha entrado y mi catarro, me ha privado de su presencia. Pero ya la iré a ver el lunes. Las horas pasan muy lentas, metidos Paco y yo en casa. He ido a tomar un café a un bar y me he sentado fuera a ver si veía a algún conocido. He visto a Mónica, la antigua vecina. Iba a su academia a dar clase. Fluía la gente y yo estaba viéndola. Abuelos con el carrito del nietecillo, trabajadores, jóvenes con atuendos deportivos...Sin embargo, no he visto a nadie con pintas de escritor o novelista. Los escritores o novelistas no destacamos entre el gentío. Somos gente normal hasta la hora en la que nos ponemos a escribir por la mañana o por la tarde o de anochecida, según los gustos por los horarios. Desde luego que si un escritor escribe a partir de las 2 de la madrugada, no le molestará nadie, ningún ruido y así la prosa sale más natural, más espontánea. El tema del Quijote que he leído, a mí no me ha convencido de que sea una gran obra. Me pasa como "Cien años de soledad", me aburren los dos libros aunque los expertos digan que son dos obras universales y muy importantes.
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