Me he leído el tema de Calderón de la Barca y de Tirso de Molina. Son dos dramaturgos que crearon el teatro nacional junto a Lope de Vega. Tirso de Molina crea en "El condenado por desconfiado" una tesis teológica sobre la predestinación. Un eremita no se fía de que vaya a ir al cielo y por esa desconfianza se pierde y va al infierno. No hay que tentar a Dios, se deduce de la lectura de esa obra (o su representación). "El burlador de Sevilla" es el antecedente de "Don Juan" de Zorrilla, en el siglo XIX. Es el despiadado seductor al que no le importa el destino ni la dignidad de aquella que seduce. Es muy actual todo esto, además del tema del honor con la muertes y violaciones que se están dando en nuestra sociedad. Hay que respetar a las mujeres y no jugar con su futuro ni mucho menos con su vida y su sexualidad. Calderón tiene dos obras fundamentales: "La vida es sueño" que va del príncipe escondido pues un oráculo ha dicho que gobernará cruelmente. Pero es una honda reflexión sobre la vida que no es más que un sueño. "Sueña el rico en su riqueza, sueña el pobre en su pobreza, sueña el que a medrar empieza." "El alcalde de Zalamea" es otro hito en el teatro universal. Un alcalde que defiende la honradez de su hija, mancillada por un militar. Calderón sabía mucho de teología y lo demuestra en sus autos sacramentales, que trataban sobre la Eucaristía. Yo leí en su día "El gran teatro del mundo". Es muy buena.
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