Dice Marco Aurelio, en sus "Meditaciones" que hay que ser amable con la gente mala porque hay que conservar la entereza de uno mismo hasta en las peores situaciones y yo creo que en esta vida lo peor es tener que aguantar a gente mala. Quevedo decía que más vale un huerto que da poco que un barco que se va a buscar oro. En esta apreciación sigue la estela de Fray Luis de León, fraile que le antecedió (a Quevedo) y que le dio buenas lecciones de estoicismo. Decía Fray Luis de León que pocos y sabios siguen la apartada senda que conduce a uno mismo. Pocos son, porque pocos son los que piensan en qué consiste esta perra vida. Pero ya que Marco Aurelio, Fray Luis de León y Quevedo dejaron dicho todo esto que relaciono supra, ¿qué más hay que decir? Marco Aurelio dice también que esta vida es a manera de pugilato y no de danza pues hay que mantener el tipo ante las agresiones de la vida.
Yo me hago discípulo de estos y no me vale el mandamiento de querer a mi prójimo como a mí mismo si mi prójimo es una persona que a mi modo de ver no reflexiona y se aplasta como un alacrán a la silla y al sofá. No me vale amar a mi prójimo si apenas le conozco ni tiene nada que ver con la filosofía que yo llevo, que es reírme poco y andar erecto, no estar todo el día bebiendo y carcajeándose sin pensar un átomo en qué consiste la vida. El prójimo que yo veo no lo considero de mi especie porque anda huérfano de pensamiento. Decía Machado, otro estoico: el español bosteza: ¿tendrá frío, tendrá el estómago vacío? El vacío es más bien de la cabeza. Sigue siendo actual la apreciación que hace Machado, yo no lo dudo.
Y la pena es que en España no hemos avanzado mucho. Hombre, se pone uno a pensar el papelón que hicieron los alemanes el pasado siglo y dices, joder, qué bestias. De algún modo hay que consolarse. Pero no hemos avanzado mucho de Machado acá, creo yo.
Ya digo que los domingos no hay mucha gente por la calle, así que yo no tengo que pensar mucho en el puto prójimo y quizás sí en mí mismo, que la vida viene muy malita y a los enfermos mentales nos tienen acorralados y piensa la gente que vamos matando. Más bien nos matamos a nosotros mismos con pensamientos duros de llevar como la desolación, la angustia o la ansiedad.
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