Son las 7 y ya es de noche. Es lo que tiene eso de la hora, que no comprende nadie más que los burócratas de Bruselas que deben estar todos medio periclitados en su sillón.
Estamos confinados perimetralmente aquí en Majadahonda, por zonas sanitarias, así que yo no puedo ir a otra zona sanitaria de la ciudad y tampoco ir a la cercana Las Rozas, no sea que me juegue una multa de 600 pavos.
Veo que la gente pregunta a los policías municipales esto y aquello. A lo mejor pregunto yo algo referente a esto de la movilidad. A ver si me puedo mover o no. Ahora estoy sentado frente al ordenador pero me estoy moviendo ayudado por las palabras que transmiten un mensaje. Eso se llama el poder performativo de las palabras cuando son acertadas o cuando las emite un emisor que está capacitado para transmitir esos mensajes.
Ya me he metido con el gobierno. No lo voy a hacer más porque no me importa una mierda la política. Y menos la que hay hoy en día.
En los periódicos, que compro diariamente de todos los signos políticos, salen escritores en una foto muy apañada y salen diciendo no sé que del argumento, de los personajes, etc.
Yo he escrito un libro que se llama "El profesor enfermo" y es una especie de libelo contra la educación que hay en España, llena de interinos y de parches y de profesores amargados.
Y no salgo en los periódicos ni quiero salir, dicho sea de paso.
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