Un hombre compró un burro en una feria de un pueblo de Segovia. Le miró bien los dientes antes de hacerlo y preguntó al tratante si era dócil: " mire que para mí el animal tiene que ser manso como la seda, que quede claro, si no, lo devolveré". " Quédese tranquilo señor, este burro es manteca, le juro por mis muertos que si no es así le entrego el doble de lo que vale". Este hombre comprobó que el burro era bueno, cargaba más de lo normal sin dar un mal rebuzno y lo hacía ligerito como un jilguero. Este hombre pensó que podría sacarle más partido del burro y de esta manera se lo alquilaba a los vecinos de su pueblo para que hiciera cargas extras. El burro, buen mandado, ni una coz. Un paisano se atrevió a decir un día: " le vais a matar al pobrecito". Pero los vecinos estaban tan contentos con el cuadrúpedo que le espetaron: " ¿ quién te da vela en este entierro?" Y efectivamente, al entierro fue el burro muerto y los burros de dos patas, exclamando a la vez que alabándole: ¡ qué bueno era el burro¡
Aportación de F. Moreno
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