Estuve en Turquía para comprarte un corazón y almibararlo junto a la ventana.
Pero tú no estuviste allí cuando mi soledad la vencieron unas sartenes nuevas.
Y dibujaste unas Meninas absurdas al frío de la noche.
Pero ya todo da igual: te has casado con un perro feo y cantas estupideces de frente a un café con churros.
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