Había dos hermanos junto a Jesucristo que se llamaban los Zebedeos. Le dijeron a Jesús: ponnos uno a la derecha y a otro a la izquierda de tu reino. Cristo les dijo que su reino no era como los de los tiranos de esta tierra que tiranizan a los pueblos que mandan. Y les dijo a todos sus discípulos algo que yo creo que es lo más revolucionario que haya dicho jamás un líder religioso: "el que quiera mi reino, que sirva a los demás hasta olvidarse de sí mismo". Esta prédica tan sencilla de entender como difícil de aplicar por la voluntad del ser humano es lo que hace del cristianismo una religión verdadera y profunda en lo humano. Paco me cuenta que los romanos alucinaban con los cristianos porque, cuando había peste en Roma, los cristianos se acercaban a los enfermos, que habían sido sus enemigos, para tratar de curarlos. Los cristianos verdaderos perdonan a aquellos que los hacen mal e incluso los ayudan cuando llega la ocasión. Los cristianos verdaderos son esos que se ponen a servir al prójimo independientemente de si le conocen o no, de si van a ganar algo a cambio.
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