La vida pasa singularmente para cada hijo de vecino: uno tiene una hija a la que adora; otro, a un familiar en el hospital deseando de curarse; otro tiene unos padres mayores y así, singularmente, pasa la vida para cada uno de nosotros. Y no debemos quejarnos nunca pues hay gente por ahí que lo está pasando mucho peor que nosotros por más problemas que tengamos y todo se arregla menos la muerte, pero en la muerte es en lo último que debemos pensar. Poco a poco, con paciencia y el paso de los días, quizás todo se vaya aclarando: el enfermo sana, los padres viven una vejez dichosa si así lo queremos los que los queremos y la hija se casa y se va de casa de su querido padre. Toda la vida es mezcla de dicha y de dolor y lo que nos da más dolor es aquello a lo que más amamos. Lo peor de todo es el puro egoísmo que anida en algunas personas, eso es lo que lo echa todo a perder, pero el egoísmo existe y hay que vivir con él: es otra singularidad asquerosa de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario