Solamente quedaba un viejo en el pueblo, donde la gente vivía de la ganadería, la agricultura y de la venta de productos hechos a mano. El viejo era listo y esperaba su muerte temprana con templanza, pegadito a su estufa en los días fríos. Pero algo le llegó para enturbiar su vida: veía cómo los de su pueblo lo abandonaban, los iba viendo todos los días coger el camino de la salida del sol, temprano, por la mañana. Algunas veces uno de aquellos se acercaba a su casita y le espetaba: el futuro está lejos de aquí; podremos ser futbolistas, actores y actrices, dirigentes de empresas, ganar mucho dinero y divertirnos; tu, aunque seas viejo, todavía estás a tiempo de disfrutar los pocos años que te quedan, verás el mar, las luces de la ciudad, la alegría de las fiestas, del teatro, de la música.... Al final, el viejo se quedó solo. " Habrá que seguirles ", se dijo; y se puso en marcha. En el camino vio muertos en la cuneta, gente que se había vuelto loca, niños que pedían pan a gritos, horrores nunca vistos, y en el cielo, unas sombras negruzcas esperaban su momento.... El viejo pensó: voy a morir, ¿ qué más da de qué manera?
Aportación de F. Moreno
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