Nos levantamos Paco y yo a las 10. Para lo que hay que hacer en todo el día, no importa no madrugar. Es más, Paco agradece dormir hasta esta hora pues otros días se despierta a las 6 de la mañana o así y fuma mucho y pasa el tiempo aburrido hasta que avanza la mañana. Paco no hace más que sonarse y toser estas horas. Yo me levanto de mal humor pensando en lo malo que es el tabaco y que no lo puedo dejar y también en mis padres y en la familia, en la incomunicación que hay entre los miembros de la misma. La mañana no vale mucho, quizás la tarde vaya a ser un poco más entretenida porque a mí me dé por fin por ponerme a escribir esas historias que tengo incompletas. Me acuerdo de la anécdota de un personaje de Galdós que tiene que conseguir imperiosamente un duro para pagar una deuda. Lo llama Galdós "el duro incompleto". Benigna, la protagonista, consigue el duro. Quizás yo me ponga a escribir mis "historias incompletas" hasta que tengan un sentido redondo y bueno. La vida es como un péndulo que va de lado a lado y obsesiona con ese movimiento terco. En fin. Hay lo que hay y no vale quejarse sino seguir viviendo: ya lo dice el refrán: viva la gallinita con su pepita.
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