jueves, 31 de diciembre de 2020

            FIN DEL 2020. 


YA VIENE EL 2021. Alegría en los corazones pues, un recuerdo para los que se fueron. Y


                     !!!!!!!!!ADELANTE!!!!!!!!!!!

 Lo que voy a decir ahora sonará raro o sonará como una herejía pero a mí me ha sentado bien el confinamiento. He tenido tiempo para meditar tumbado en la cama, he aprendido de mi hermano Paco cosas que no se enseñan hablando, he aprendido también a estar en casa entretenido con la radio, con el ordenador, con mis escritos y he perdonado ofensas y olvidado agravios en la medida de lo posible. Cuando salía a tirar la basura y me fumaba un cigarro en el parque de al lado de mi casa, disfrutaba de una tranquilidad que ya no he vuelto a disfrutar. Desde entonces, ese escenario de pájaros y plantas creciendo sin contaminación de coches, ese silencio enriquecedor, se ha vuelto a cargar de humos y de coches que lo incomodan todo. He visto en la tele cosas que me han llenado de emoción pero en mi familia no ha habido que lamentar muertes ni infecciones; por eso digo que, a mí, el confinamiento me ha sentado bien. La teoría de mi hermano de los compartimentos estancos se ha exacerbado esta pandemia de modo que no hemos visto a nadie durante meses y eso me ha sentado bien. Diré también que si yo no veo a ciertos miembros de mi familia, mi salud mental mejora, así que por ese lado, también le agradezco al confinamiento (mío, personal) no haber visto a nadie que me ponga de los nervios. Ha estado muy bien y volvería a repetir si el gobierno lo dictara. ¿No hay mayor bendición que esa marabunta asquerosa de coches echando humo se parara por unos meses?¿No hay mejor antídoto contra los tontos que no verlos? ¿No hay mejor estímulo a la imaginación que horas y horas estando solo en casa con tu hermano gemelo? He adoptado mucha de la flema de mi hermano al estar muy cerca de él y eso me ha venido muy bien, he estado conectado con la realidad solo virtualmente y he aplaudido de verdad a los sanitarios, he aprendido que en momentos difíciles (no para mí, sino para la nación) lo mejor es estar unidos pero no porque lo diga un presidente sino porque así lo sintamos. Y he estado tan tranquilito, tan sereno de mente, que agradezco al confinamiento todas esas cosas que me ha aportado. Ojalá existiera algo como el confinamiento: creo que podría ser un pueblo perdido lleno de cabras. He aprendido a valorar lo que hay en casa y no lo que hay fuera de casa que lleva a la confusión las más de las veces: palabras que oyes, palabras vanas, estúpidas, carcajadas mentirosas de gente sin motivo para exhalarlas, amigos que no lo son, gentuza de todo tipo que los tienes al lado y como los tienes al lado vas a verlos. Eso me ha dado el confinamiento: soledad relativa (estaba con mi hermano) y amor a la casa. Si yo pudiera me iría a un pueblo donde el sol brille más y solo suenen cencerros a lo lejos.

 El fin de año viene lloviendo por la tarde. Un día como hoy, hace un año, yo me peleé con Paco y nos llevaron al hospital. Allí, a mí me ataron por protocolo. Por la tarde no recibí ninguna llamada de mis "familiares" para ver qué tal estaba. Es más, alguno de esos "familiares" nos robaron las llaves de casa. Estuve con mis padres hasta que pude ir a ver a Paco por reyes. En reyes, vino toda la "familia" pero ninguno preguntó por Paco, que estaba ingresado. Al mes de este sucedido, el 24 de enero, aparecieron llaves y reloj de Paco en casa de mis padres. ¿Quién había sido el que robó las llaves y ahora nos las devolvía? Yo sé quiénes fueron pero no lo diré. No pudieron ser otros. Al cabo de un tiempo fuimos a los asuntos sociales y le contamos lo de las llaves. La de asuntos sociales templó gaitas y no nos conminó a denunciar. Mi hermana nos dijo en el pueblo en tono de amenaza: "sé que vais a asuntos sociales y allí tenéis una carpeta." Yo le dije: "es que desaparecieron unas llaves". Ella se calló. Así que vaya familia: se desentienden de sus miembros y encima roban. Porca familia.

El año anterior tuvimos que aguantar la imposición de "la familia" de una reunión que nunca tuvo lugar poniéndonos muy nerviosos. Gilipollas hay en la mejores familias pero en la mía abundan demasiado y la educación de llamar al que le ha pasado algo, no existe y la educación de preguntar por alguien malo en el hospital tampoco existe. Me alejaré de "la familia" todo lo que pueda.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

¿Va a hacer Sánchez lo mismo con las medidas antivirus que con los fondos europeos? O sea, ¿va a delegar todo ese dinero en las autonomías? No creo: money is money. Ayer vi en la tele una calle de Sevilla donde el 80% de las tiendas estaban cerradas. Hoy he ido a Las Rozas caminando con mi hermano (a pesar del frío) y la cosa no puede estar peor. No había prácticamente nadie por las calles. En Majadahonda, todo igual de deprimente. No es lo que vivimos ahora, que ya es triste, sino lo que se nos viene encima. En verano la gente fundió los ahorros en pasar unas vacaciones (porque había que desquitarse del confinamiento) y ahora no tiene ni para un filete. Hemos pasado por el Ahorramas y no había ambiente de compras ni de fiestas. No entiendo a la gente. Se funde el dinero con una alegría de locos que no piensan en el futuro, están todo el rato con el moco colgando y siempre dicen: "es que gano poco." Pero si da igual lo que ganes, es cuestión de lo que ahorres de lo que ganes. Pero nada. No hay remedio para esta gente que se compra cosas para el pelo, sale todos los findes, se va de vacaciones... Para eso sí que llega el sueldo pero no para ahorrar. Qué curioso. Ya lo dijo Giner de los Ríos, creo, uno de aquellos que querían regenerar España: "escuela y despensa". Pero en España, ni hay escuela ni hay despensa todavía. Los jóvenes se saben todas las series y las marcas de coche y los nombres de las modelos y los modelos y actrices y el Gran Hermano y el Salvamé: con eso tienen de sobra. Quieren ser influencers: menuda mierda. Y así nos va, de capa caída, sin recuperarnos de la pandemia, con la crisis llamando a la puerta. Dan ganas de salir corriendo. 

martes, 29 de diciembre de 2020

 Otra vez la dura prosa que avanza lentamente cargada de ideas, de historias y a veces de nada bueno. En fin, voy a hablar ahora de cosas intrascendentes pues el mundo está llena de ellas. Uno dirá: "si está el mundo llena de ellas y las podemos ver, ¿para qué hablar de ellas?" Y yo digo: "no lo sé" pero a veces merece la pena fijarse en esa taza que descansa en la barra del bar, con ribetes de café pegados en el borde, sugiriéndonos asco, asco de lo ajeno y el camarero la coge con desdén y la deposita en un lugar que no vemos y luego pedimos nosotros otro café y nos lo bebemos y la taza vacía pasa a ser la taza que había antes y que vuelve a sugerir asco en otro cliente que vendrá después.

Así es la vida en todos los niveles, no sólo en el nivel de las tazas de café de los bares: todo pasa, todo llega. La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va y nosotros nos iremos y no volveremos más. ¿Qué lección de filosofía podría ser tan entretenida, tan escasamente cargante y tan triste y peliaguda?

Día de mucho víspera de na. Cómo pasa el tiempo que de pronto, son años. Vivir es caminar breve jornada. No quiero deprimir a nadie pero el tiempo pasa volando y dicen que es oro. El oro que no vemos pero que está delante de nuestras narices. Yo le he dicho hoy a un camarero que estaba llenando jarras de café para el tiramisú de los postres: "una amiga mía trabajaba en una discoteca y tenía esta filosofía: si pongo copas ahorro porque no estoy de juerga y encima, gano dinero poniéndolas". El camarero no  me ha dicho nada. Luego ha entrado Paco y hemos hablado con una especie de metáforas: la paciencia, el aguantar, la perseverancia. Paco ha dicho: el más largo viaje empieza con el primer paso. Luego, el camarero nos ha dicho que tiene unos estudios de odontología y está haciendo esfuerzos para poner una clínica. El camarero estaba solo, quizás aburrido, quizás pensando en su clínica. Ha dicho que luego vendrían universitarios a beber al bar y que a las 11:00, cerraba.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Si hay una cosa que odio en el mundo es el egoísmo: el antiguo Satán.



Si hay una cosa que odio en el mundo es la soberbia y el victimismo: esa lacra que padecemos en España a todas horas.



Si hay algo que odio en el mundo es la avaricia: la avaricia rompe el saco.



 

 Las mujeres con sus tejemanejes,

los hombres, con su valentía adormecida,

caen en el amor democrático,

caen en redes de retretes y colchones compartidos

y se casan.

Cuando una mujer y un hombre se casan,

hay uno que domina, que piensa más que el otro

y se lleva el gato al agua.

El matrimonio, sin embargo, con los hijos, lo puede todo:

emigrar, dar de comer, trabajar para otros por un mísero sueldo

y en un sofá con pastillas joder.

y luego, un cariño que queda cuando se hacen viejos.

Los niños vuelan y no vuelven por navidad siquiera.

La vida es egoísta como un matrimonio, como un individuo, como un retrete lavado todas las mañanas.


Hay que joderse: todos van a su puta bola menos yo, que voy a la mía.

 El otro día en el pueblo mi hermano y yo pudimos hablar con gente de allí, gente que no tratamos en la pija Majadahonda, gente normal y corriente que llama al pan, pan y al vino, vino y que si me tiene que decir algo que me disguste, como me conoce pues me lo dice y ya está,  lo que pasa es que ni yo ni mi hermano damos motivo para que suceda tal cosa, sino que en el pueblo yo creo que nos respetan y quieren. Ahora, si yo llamo modorro o cabrón en mi pueblo a uno, no es lo mismo que si se lo llamo a otro de Majadahonda. Son otros términos, en Majadahonda no hay confianza ninguna con nadie. Yo hablé con un señor al que apodan "torero" y hablamos precisamente de los compartimentos estancos que hablaba mi hermano: antes la gente vivía en una piña, todos en el pueblillo e ir a Madrid era toda una aventura. Ahora cada cual vive en un sitio, a su puta bola y no sabe nada ni de sus padres siquiera. Vivimos la familia repartida por pisos de mala muerte y yo, por ejemplo, en Majadahonda tengo a mi hermana pero no la veo en toda la semana y a mis sobrinos, menos los veo, ni parece que ya tenga ganas de verlos, de lo lejanos que me parecen y cuando nos junta la casualidad no sabemos ni qué decirnos. Antes, todos en casa; ahora, cada cual en la suya.

viernes, 25 de diciembre de 2020

 Los niños pequeños son un inmenso mercado. Cuando van adquiriendo una edad y un gusto propio, siguen siendo un mercado que pagan sus padres. Luego se compran un coche. Luego son unos expertos en marcas. La juventud de ahora, quitando aquellos jóvenes con criterio propio y que tienen unas inquietudes más allá de la publicidad reinante, es una exponencial causa de consumo inútil. ¿Trabajan los jóvenes?¿Tienen una idea de lo que es realmente el dinero?¿Se divierten contando chistes o charlando?¿Se estimulan con otra cosa que no sean drogas y sexo banal? Quiero pensar que sí pero la idea que tenemos de ellos por lo que vemos y oímos es que no. La idea que este sistema da de los jóvenes es pésima pues no se les da notoriedad en el mismo sistema donde una gerontocracia gobierna y para ser un profesional asentado se precisan una media de casi cuarenta años. Los jóvenes son esos locos con carnet de las noches de los sábados. Yo, con veintitrés años, tenía estos gustos: tabaco, cocacola, libros y una bicicleta. Los gustos de ahora son mil veces más sofisticados. Más dinero hace falta para cubrirlos. Más materialismo hay en las mentes juveniles. No hay ideal. Todo por la pasta.

 Hoy hace frío. Dicen que por la noche va a helar. El cielo está raso y vienen ráfagas de aire muy frío que dejan las orejas y la nariz coloradas y moqueantes. El mochilas andará por ahí buscando un lugar caliente para dormir, aunque esta noche no sé dónde habrá sitios calientes para dormir que sean públicos como un portal, un cajero automático, etc. El mochilas es un joven conocido en toda Majadahonda porque anda deambulando por ella durante todo el día, pidiendo para comer. El mochilas sabe inglés y alemán y su familia tiene origen austriaco, según me dijo a mí un día pero ni los idiomas ni su origen le valen para andar por la calle. Siempre lleva una mochila a la espalda, siempre anda pidiendo y yo le he dado dinero algunas veces pero lo malo es que lo gasta en drogas y se pone a vocear la Gran Vía adelante diciendo sandeces. Hoy, que hace frío, me acuerdo del mochilas y dónde andará el pobre. Los días de atrás, según me dijo, estuvo en Madrid en un centro de recuperación. No se le vio por Majadahonda, así que le creo pero no debió recuperarse bien pues ya estará por Majadahonda aunque yo no le he visto. Espero que aguante este invierno porque los veranos los pasa de cualquier manera durmiendo en el parque. Yo escribí hace tiempo un cuento en el que sale un personaje basado en el mochilas. Pobre mochilas

 Vengo de darme el paseo a Las Rozas. He estado en la Plaza de España de esa localidad. Tiene bancos y templete y escaleras que van a los bares que se ubican en los soportales de la plaza. Sentado en un banco en un extremo, he mandado un wasap a un amigo que vive a un minuto de esa plaza. No ha querido venir. Me he tomado una coca cola y me he incorporado del banco para regresar a Majadahonda. Apenas he sentido el camino de vuelta, las piernas ni el corazón. Hacía aire frío. He pasado por una churrería ambulante donde estaban haciendo masas. El camino estaba solitario, ahíto de acera. He visto en un árbol una colonia de cotorras, que a mi vista, han salido todas volando emitiendo su grito. Luego, he llegado a casa, he escrito esto que leéis y ahora pasaré la tarde noche en casa oyendo la canción de Sabina que dice: "hizo un gesto con su mano y en el espacio me encontré", que es de una canción llamada "Mi amigo Satán", muy recomendable. La vida pasa como un caramelo en manos de un niño, como los ríos, constantemente, como los camellos del desierto, como un bobo por la ciudad, como el alegre viento de la primavera. Y no es poco que pase, porque cuando no pasa, es que estamos amortajados.

 Ayer fui yo al Kentuky y estaba un poco contristado por la poca gente que veía en la calle, que daba tristeza; por haber medio regañado con Eva; por ver que la vida no es como yo quiero algunas veces y la primavera se hace esperar. Me encontré allí con un viejo amigo, Fierro. Charlamos. La gente de menos edad que yo no ven en la conversación un consuelo para los males. No ven un consuelo en hablar porque ni saben ni quieren hablar con nadie: no va con ellos, no les interesa. Prefieren estar todo el día diciendo gilipolleces o mirando el móvil.

Pero yo necesitaba hablar con alguien amigo.
No hablamos de nada en especial; hubo, sin embargo, un conocimiento de pareceres, de cosas en común que fueron saliendo. Los dos pensamos más o menos lo mismo sobre lo mismo y en la charla se vio reflejada esa solidaridad de las ideas, de los pensamientos y sentimientos. No importa lo que se habla sino de acercar los corazones. El, Fierro, vive una vida bastante solitaria y yo también a lo largo de la semana. Vemos las mismas cosas. Es como si esa charla la hubiera tenido con alguno de mi pueblo que me conociera bien y me tuviera afecto y yo por él, como vecinos de un mismo lugar, como amigos. Sé que a mi hermano Paco no le hace falta esta comunión de ideas pero a mí sí me hace falta algunas veces. Y la tuve. Y me vine más contento a casa, el corazón más ligero. Si tienes un problema, lo descargas con la lengua.

 Yo, en realidad, no entiendo la política. En qué se ha convertido la política o las vertientes que toma la política en la actualidad. Definirlo todo mediante los términos derecha-izquierda no creo que tenga mucha fiabilidad a la hora de analizar la cuestión de la política. Yo sé que política deriva etimológicamente de polis. Sería lo que tiene que ver con la polis en la que todo ciudadano intervenía. En la Revolución francesa hubo renegados de la revolución, porque se asustarían de dónde estaba yendo a parar aquello, a los que se les aplicó la guillotina por contrarrevolucionarios. Quizás fueron los primeros políticos de derechas de la historia. Si ser de derechas es optar por un modo de vida moderado, yo seré de derechas antes que tomar la calle y pelearme con los policías para que las cosas cambien. Las cosas cambian cuando tienen que cambiar, no cuando les conviene a unos colectivos y a la fuerza. Tiene que interesar a la generalidad de los ciudadanos. Y si nos toca aguantarnos a todos, como con las crisis, pues nos aguantamos todos porque la crisis se cuela en todas las casas y dependen de factores ecónomicos. No las inventa nadie para joder a nadie. Las crisis surgen de muchos errores económicos, no de errores políticos; por lo tanto, la solución es económica. Bueno, lo dicho: no entiendo la política porque es algo basado en una mentira, en unos intereses a veces, de partido, que no interesan a nadie más que ellos. Yo solo he escrito esto para entretenerme con algún tema, lo demás, son tonterías.

La política, como las lentejas; hasta que no las pruebas... 

 Voy a escribir a bote pronto lo que me sugiere el trabajo; o sea el concepto de trabajo y lo que yo entiendo por trabajo. Trabajo, en español, deriva de la palabra latina "tripalium" que era una especie de cepo para herrar bestias pero también era un instrumento de tortura. Si los españoles hemos elegido esa palabra como sinónimo de "actividad remunerada" o algo así es porque la psicología del español asocia el trabajo a una tortura. Habría que ver de qué palabra deriva "work", trabajo en inglés. Lo he mirado en internet y su origen es más neutro que el origen del término español. Deriva de palabras germánicas que quieren decir "hacer" o "poner en movimiento". El trabajador inglés, por lo tanto, no tiene tantos prejuicios sobre el trabajo sino que lo ve como algo más llevadero, etimológicamente hablando o psicológicamente, a la hora de elegir este término para designar algo que nos define y al que dedicamos gran parte de nuestra vida.

Yo he oído mucho hablar de trabajo a mis padres y siempre me los imagino en sus mocedades segando, haciendo pan, trabajando con las bestias, etc. Eso sí me parece trabajo. Como tanto me han contado sobre el trabajo, trabajo agrícola duro en el que hay que agachar el lomo repetidamente, pues todo el trabajo que veo realizar hoy en día me parece una bagatela. Yo veo barrenderos que manejan un cepillo y una pala, obreros que cargan con carretillas y hacen cemento ayudados por una máquina en alguna obra de una comunidad y casi que paro de contar lo que es trabajo para mí, trabajo manual, físico.
Por contra, veo mucho oficinista con corbata. Veo mucho trabajo de oficina. Papeles, llamadas, citas, operaciones. Eso es un gran rompecabezas para la gente pues ese trabajo de cara al público en muchos casos, da mucho estrés y mala sangre que se va acumulando.
Yo puedo hablar de mi trabajo de profesor de secundaria. Es bastante bonito si se sabe estimular a los alumnos para que sean uno solo en el aula y funcionen motivados y con deseos de aprender.
No hablo más del trabajo. Tiene mala fama en España porque tenemos fama de indolentes y faltos de rigor y de que aquí, en esta nación siempre hay algo en obras que no se acaban.
En fin. El trabajo es lo que nos da de comer y todos deberíamos reverenciarlo de algún modo en vez de despreciarlo como hacemos.


El trabajo bien entendido deja tiempo al reposo.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

 Íbamos mi hermano y yo caminando hacia la hamburguesería y se estableció un diálogo sobre el polimorfismo humano: o sea, que no hay dos caras iguales en el mundo. Yo le pregunté a mi hermano si esta cuestión es un misterio para la ciencia. Mi hermano me contestó que los osos también son polimórficos. Yo creo que hay una inteligencia superior sobrevolando todo lo que hay en el mundo. Luego hemos hablado de lo que supone el misterio del cerebro para la ciencia y mi hermano dice que nunca averiguará el ser humano qué es el cerebro pues es como un universo que llevamos sobre los hombros. Luego mi hermano se ha lanzado a hablar de Comte y de Elkhart. Comte no supo explicar por qué oímos o por qué vemos. La esencia de los sentidos. Y Elkhart se aproximó diciendo que hay una conciencia superior que nos hace ver, oír, sentir en suma y pensar.

Está claro que el sexo está en la cabeza, en la mente y que si no es la mente la que excita al órgano, el órgano no da señales de vida. Si todo está en el cerebro, ¿qué es el alma?
En la Edad Media se creía que se pensaba con el corazón.
Nos hemos vuelto más lógicos y menos sentimentales pero el sentimiento sigue ahí.

Piensa y harás; siente y llorarás.

En el libro "Inteligencia emocional", de Coleman se dice que hay momentos en que "todo fluye". Pone ejemplos de profesionales que hacen su trabajo en un "estado de flujo" que parece que no cuesta trabajo el mismo hecho de trabajar. Creo que pone el ejemplo de un cirujano. Hace mucho que no siento ese estado de flujo. Creo que lo viví hace tiempo en que me puse a escribir y todo fluía de manera rápida y sencilla. Yo no estoy relajado frente al ordenador para que aparezca ese estado de flujo pero cuando aparece es muy bonito ver cómo surgen las palabras casi sin parar y sin esfuerzo aparente. Supongo que ese estado debe ser muy vivificante y lleno de expansión vital.
Últimamente, no me sale nada que no sea fruto del esfuerzo y de darle muchas vueltas a la cabeza y nada surge porque sí. Tengo que concentrarme a ver qué voy a hacer y luego el resultado no es tan satisfactorio como yo quisiera.
Un amigo mío me ha dicho que escribir es mi oficio desde que me retiré de ser profesor. Efectivamente. Pero ese oficio no me reporta nada más que preocupaciones porque no me es fácil ponerme a escribir historias o las historias que yo escribo están sin acabar y no se acaban nunca.
No tengo casi tiempo para ponerme a escribir por las obligaciones de la casa y cuando me pongo no se me ocurren ideas válidas o fáciles sino complicaciones de la escritura y de los esquemas narrativos.

Todo lo difícil tiene más mérito

 

 Tener fe en una acción que vas a ejecutar ya es media acción hecha. Yo, que quiero dejar de fumar, no tengo fe en que esto vaya a suceder y así, no dejo de fumar. Lo máximo que hago es fumar menos. Si yo me viera en un futuro cercano sin fumar y no pasando ansiedad, ya habría dejado de fumar. Y lo mismo vale para publicar una novela, saltar una valla de dos metros o ligarse a una belleza.

La fe, en algunos casos o en todos ellos, es fundamental. Hay gente que tiene una fe  no adquirida sino innata y todo lo que persiguen lo hacen con fe. Hay otros, como yo, que prescindimos de la fe, que creemos que todos los objetivos que perseguimos debemos conseguirlos a base de aplicar mucho ingenio, esfuerzo y tiempo para poder llegar a disfrutarlos. La fe es algo que no contemplo, que no está dentro de mí. Solo confío en mi trabajo. Lo que debo tener es fe en mi trabajo pero no fe en el objetivo conseguido, no me veo con el trofeo en las manos antes de tenerlo entre las manos.
No soy un creyente sino un agnóstico. Y actúo como tal. Creo que todas las cosas que hay en el mundo necesitan una explicación, yo no creo en ellas por que sí y el medio para conseguirlas también es una manera de romperme la cabeza antes de ponerme a pensar en que lo conseguiré por medio de una creencia. Como Santo Tomás, necesito tocar todo antes de creer en ello y tocar no es dado a todo el mundo, solo a los descreídos.

Ten fe, lo tendrás todo.

martes, 22 de diciembre de 2020

Son las 8:10 de la tarde de un día de niebla intensa del 22 de diciembre de 2020. Este año lo despediremos con ganas del siguiente pues ha sido malo. Mucha gente ha perdido a muchos abuelos de manera dura, de manera desgarradora, de manera indigna. No se les ha podido tributar una despedida. El gobierno de España ha fallado en la prevención de la pandemia y en la gestión de la misma. Ni eran cuatro casos aislados ni teníamos la mejor sanidad que se suponía. No ha habido expertos, se nos ha burlado a los ciudadanos con las cifras. El comunicador de la pandemia igual nos vendía una burra que una moto. Todo ha estado teñido de una improvisación muy grande. El confinamiento ha dañado la economía. La "nueva normalidad", ¿qué coño era eso? Bueno, pronto diremos adiós a este año maldito y vendrá el 21. Nos pondremos la vacuna y para diciembre del año que viene quizás todo sea un recuerdo malo.

La vida va surcando los cuerpos y las almas como un acordeón muy antiguo, que tocara las canciones de las estrellas y el sol. La vida va pasando como un reguero por la puerta de mi casa del pueblo por calles sin asfaltar, sin calles modernas de hoy, sin calles que ya no existen pues ha pasado el tiempo. El tiempo, ese agujero por el que pasamos como fieras, como gusanos, como abejas multitudinarias...

lunes, 21 de diciembre de 2020

 Hace más o menos un mes, me llama Paco por el móvil diciéndome que está nuestro sobrino nieto en casa de mis padres. Yo no tenía muchas ganas de ir, la verdad, pero fui. Me siento el último del sillón. Mi sobrino se pone a darle de comer al niño. Mi madre y mi otro sobrino estaban por delante de mí. Mi padre  y mi hermano estaban enfrente. Como hacía más o menos tres meses que no veía ni a mis sobrinos ni a mi sobrino nieto, yo no sabía de qué hablar. Se ponen a hablar del negocio familiar, el taxi. Mi madre me insta incansablemente a que me coma un polvorón, que al final, como sin ganas. El niño va pasando del sillón a las manos de su padre. En el sillón, chilla como un condenado. Yo, como estoy el último, hago esfuerzos para hablar con alguien. Veo la cara de mi hermano, la cara de mi madre, la cara de mi sobrino. El niño chilla una vez más. Luego, le meten en su carrito y se calla. Se habla de cochinillo, de restaurantes, del niño, de otras cosas que no capto. Somos 6 personas y un niño que chilla y se mueve constantemente en un reducido espacio. Estoy deseando largarme. Dice mi sobrino: "pues nos vamos". Salto como un resorte. Me vuelvo a sentar. Nos vamos. Vaya desorden, vaya rollo. Era que mi sobrino le traía a mi padre un papel para firmar. Cuando no hay orden, las conversaciones no tienen lugar.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Tengo unos tíos que están solos. Mi tía, hermana de mi madre, está en cama al parecer con una pierna mala. Mi tío está mal, confuso y despistado. Tenían que haber ido a una residencia hace mucho tiempo, pero no han ido. Debajo de la casa de mis tíos hay un bar que da comidas y mis tíos van a comer allí. Yo he ido esta tarde a tomar café a ese bar y he visto a mi tío que venía del comedor. Estaba confuso y seguro que superado por la enfermedad de mi tía que esta tarde no bajó al bar a comer. Todo es un lío: mis tíos no quieren ir a ninguna residencia, mi hermana mayor no sé si quería buscarles una chica que les ayudara en casa, los hermanos que tiene mi tío han venido a verlos pero no parecen saber qué hacer. El teléfono fijo y móvil de mis tíos no funcionan y yo me he tirado la tarde haciendo llamadas a Movistar a ver si conseguía renovar la línea telefónica pero no lo he conseguido. Mis padres son ya muy mayores y no pueden hacer gran cosa. Esta tarde he llamado a mi padre que ha llamado a mi hermana que me ha llamado a mí otra vez. Quizás mañana me acerque a ver cómo están. Mi tío dice: "tengo muchos años, estoy como si estuviera borracho". Espero que la cosa se arregle bien pero lo veo mal. Mi tía debe estar mal. Yo los he visto dos veces en esta semana por la mañana, mi tía en la cama.

Lo que no debo hacer es obsesionarme y dejar pasar el tiempo, a ver mañana cómo amanece. No sé si ir a verlos porque me estoy poniendo yo también mal de pensar en ellos. Debo desconectar de esta semana y a ver cómo pasan las cosas sin obsesionarme. 

El gobierno de Felipe González se corrompió (tantos años en el poder). El gobierno de Aznar se corrompió (especulación inmobiliaria, las cajas de ahorro,  etc.). El gobierno de Zp gastó lo que no tenía, expolió las arcas públicas de modo obsceno (otra forma de corrupción). El gobierno de Rajoy se corrompió (sobres, Bárcenas etc.) Este gobierno actual se está corrompiendo por aliarse con el populismo y los que quieren romper el sistema que nos hemos dado. También apuntan alto el amiguismo y el clientelismo, además de la mentira diaria: está corrupto, pues. Todos los sistemas políticos se corrompen porque el poder corrompe, como decía un señor de mi pueblo.

La vida pasa como un sendero o una carretera, pasa y pasa y conduce  qué se yo; a un pueblo o a una gran ciudad. La vida pasa y hay que comer, dormir, vivir, hacer amigos, charlar con el vecino, con el aliado, soportar al hijo de puta, quejarse, amar, odiar, salir a la calle a ver qué pasa, comprar, dolerse de las penas físicas o morales. La vida pasa, pues.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Felones en el gobierno: ya pasarán.

Pandemia en el mundo entero: ya pasará.

La bondad y la honradez: nunca pasarán de moda.

La vida en la Tierra: vete a saber si algún día no podremos vivir en ella.

El agua: ese bien no entendido bien.

Los océanos: ese misterio que quizás tenga la llave de muchos misterios.

El amor de Dios: nunca pasará. Nos esperará siempre en el cielo.

La educación, el respeto al otro y el orden: serán siempre esenciales en la vida del Hombre.

 

He leído la biografía de Ray Bradbury, el autor de Fahrenheit 451 y he visto que fue un autodidacta que no fue a la universidad sino que se formó en la biblioteca leyendo innumerables libros. Bradbury tiene muchos títulos  de todos los géneros. Fue famoso por sus "Crónicas marcianas", en donde contaba la colonización de Marte. Hace unos días leí la biografía de Stephen King y también fue un gran lector de libros de todos los géneros. A King se le conoce por ser el as del terror con libros como It (ello). Luego miré en You Tube los consejos que da Bradbury a la hora de escribir y el primero que da es llevar una vida sana. Yo fumo mucho así que no llevo una vida sana. Stephen King también habla de tener una vida sana y estable. A mí, el tabaco no me desestabiliza pero creo que me traerá problemas en el futuro. El tabaco podría ser el leit motiv de una historia de terror en cuanto que mata y da miedo fumar sabiendo que mata. La vida de King fue bastante dura en su infancia pues se quedó solo con su madre y sus hermanos y no tenían dinero. Fue un lector voraz de libros. King no tiene mucho estilo a la hora de contar. Cuenta y ya está, no se preocupa por el estilo. Yo no he leído ninguna obra de estos dos gigantes de la literatura actual pero veré la manera de leer algo suyo en cuanto abran la biblioteca.



martes, 15 de diciembre de 2020

 Ayer por la noche me desperté a eso de las 4 de la madrugada. En un sueño, yo tenía que enfrentarme a un asesino en un cine oscuro. Cuando el asesino vino por mí, me desperté. Me tomé un café con leche y fumé unos cigarros y leí la prensa en el ordenador. Luego me dormí pero el día fue penoso. Estuve toda la mañana y la tarde deprimido. Hoy me he levantado alterado, canturreando y feliz; he ido a ver a los de la asociación, he visto a mis tíos (mi tía estaba mala), he entrado en un bar en el que hacía tiempo que no entraba, he tomado café con a hija de un petrolero; he paseado con un matrimonio de Majadahonda, etc. Cosas novedosas que me han alterado. En fin, mi vida es, como me dijo un psiquiatra una vez, sinusoidal, que quiere decir que va de abajo arriba, de alegre a triste de deprimido a eufórico.

Mañana escribiré la novela. Ya hay una acción en marcha muy buena. Espero triunfar con esta novela por fin. 

viernes, 11 de diciembre de 2020

 Esta pieza de blog solo tiene sentido si pasa el tiempo mientras la escribo (cosa que es irremediable) y fumo menos. "Aunque sepa los caminos/yo nunca llegaré a Córdoba". Son dos versos de Lorca de un poema muy famoso que habla de la fatalidad de la muerte. Lorca tiene muchos poemas sobre la muerte y su trilogía dramática tiene como fondo muy fuerte la muerte. Su "romancero gitano" habla mucho de la muerte también. El "llanto por Sánchez Mejías" es la pura muerte cantada. Bueno. Hay escritores o poetas que hablan mucho de la muerte. Otro ejemplo es Delibes. En "Cinco horas con Mario" es eso: cinco horas con un muerto de cuerpo presente. No hay cosa más desagradable. En Delibes, todas sus novelas acaban con un muerto o varios. Es penoso. Pero es así. Yo no tengo novelas que acaben con un muerto porque prefiero que acaben con la monotonía de la vida rodeando a ese personaje al que he hecho pasar calamidades. Sería muy cruel hacer pasar penalidades a un personaje y encima, en el último capítulo, matarle. Por favor, un digno final para los personajes, por favor. O al menos, la tortura del día a día pero no la muerte.

 Esta pieza de blog tiene como cometido no fumar demasiado. Yo iba en los trenes de cercanías escribiendo en unos cuadernos que conservo en los que iba yo trazando un pensamiento sobre el mundo que me rodeaba. Inventaba también historias. Estos cuadernos los guardo en una caja de cartón muy grande. Puede que haya unos 40 o 50 cuadernos en la caja. La verdad es que para mí es muy fácil ponerme a leer o a escribir de lo que sea. Yo creo que la pandemia se dará por finalizada cuando dejen otra vez entrar a las bibliotecas a hojear libros y cogerlos prestados. Esa será la señal definitiva de que hemos dejado atrás la plaga. La plaga. No la llaman los medios la plaga, sino la pandemia, pero son sinónimos. Sí se hablaba de la peste como una plaga. Nos hemos modernizado. He leído de Alejandro Sanz que ha hecho un trabajo de videoconferencias con fans suyos. Una manera de sacar dinero. Ese tío es un máquina de hacer dinero, pero no es de ahora. Bueno, dejo el tema musical, del que no entiendo gran cosa y voy al literario: he leído ya "El abuelo que saltó por la ventana y se largó". Es muy bueno. No me extraña que fuera un best seller. Está escrito con un humor muy personal.

 Ya dije en el blog anterior que lo que escriba ahora es simplemente para que pase el tiempo. Me he tirado la tarde meditando. Es algo que recomienda Paracelso, un señor bastante discutido pero al que nadie niega que fue un gran médico, un filósofo y un adelantado a su época. Meditar es como tirar del hilo de los pensamientos e ir ligando otro pensamiento final que es el que queda. Creo que este mundo, por lo que he pensado, no tiene mucho remedio. Nos estamos cargando el planeta, somos ya mucha gente y los fenómenos atmosféricos son todos traumas para la Tierra. En la Biblia, cuando Dios se cabreaba con los hombres o les traía guerras o plagas (pandemias). Esta pandemia, explicada en términos bíblicos, es un castigo de Dios. A lo mejor, no hay que pensar en términos bíblicos, pero si a uno le da la gana expresarse en términos bíblicos, ¿por qué no hacerlo?, ¿no estamos en democracia y hay libertad de opinión y de expresión y de pensamiento? Otro dirá: Dios no existe. Pues que lo diga. A mí me da igual. Eso de que Dios no existe es muy fácil de decir pero muy difícil de probar. Bueno. Se me está haciendo la hora de fumar. Un cigarrillo y luego seguiré con otra historia.

Este blog y el siguiente no tienen otro cometido que entretenerme para que pase el tiempo, para que pase el tiempo y me pueda fumar otro cigarrillo. Voy a cigarrillo por hora. Afuera, hace frío, viento, nubarrones que van volando por encima de la ciudad, aúlla el viento en la ventana como en las películas de miedo y está ya todo oscuro como boca de lobo. En fin, escribiré de lo que salga. Un día, la profesora de Literatura preguntó si el paisaje de Castilla es monótono. Yo dije que no, que no lo es. Los autores del 98 españoles: Unamuno, Machado, Baroja tenían predilección por el paisaje castellano por su austeridad. La verdad es que Machado con sus caminos, Unamuno con el cielo y la tierra y Baroja con sus personajes tan cutres, eran muy austeros en su expresión literaria, no le daban a los cisnes y las princesas como hizo su contemporáneo Rubén Darío. Pero quiero decir que yo he vivido mucho tiempo en un pueblo de Castilla y no es monótono el paisaje: hay ríos, hay montes, hay alamedas, hay pueblecillos que rompen la monotonía del campo, etc. Lo que pasa es que esos autores se alinearon con Castilla por representar la esencia de España sin colorines ni fanfarrias ni destellos de luz. Eran unos señores muy serios, como Azorín lo fue y no les iba nada la vanidad de lo bonito en literatura. Por eso eligieron Castilla para fijarse en lo profundo, en lo interno de España.

 

Estas letras que siguen no tienen otra intención que matar el rato hasta que me pueda fumar otro cigarrillo. Esta tarde me he impuesto fumar un cigarrillo cada hora y a las 19:00, me toca el tercer cigarrillo de la tarde. Contaré lo que me salga, como decía el sastre, que al hacer un pantalón, le salieron unas alforjas. Yo fui profesor de muchos sitios y vi muchas caras nuevas en aulas diferentes. Son muchos mundos pequeños en poco espacio. Había una niña en Alcalá de Henares que se tenía por tonta y no hacía más que pintar personajes de la serie de los Simpsons. Los dibujaba a la perfección. Yo hice muchos intentos, cuando recogía sus redacciones y cuando le entregaba las redacciones corregidas de que no pensara que era tonta, pero casi era en vano pues lo tenía muy profundizado. Me dibujó al hijo de Hommer Simpson con un capirote que ponía tonto. Lo guardé en la cartera y aún lo conservo. Es increíble lo que una persona puede creer de sí misma y estar equivocada. Puede durar muchos años esa equivocación. Es como aquel al que su padre siempre le estaba llamando tonto e inútil: al final lo será. Es como yo, que me siento a veces solo, a veces triste y no sé de dónde viene esta soledad y esta tristeza. Bueno, puede venir de mi enfermedad, pero de todos modos, hay que aguantar estos estados de ánimo como sea. Ya son las 19:00. Ya puedo fumar.

Para pasar el rato, para exponer alguna idea, para escribir aleatoriamente, para decir esta boca es mía. A veces no se sabe para qué se escribe. Hay una canción de Rosendo que dice: "no le tires de la manga/que es el jefe de la banda." Tirar de la manga es como coger confianza con alguien y pedirle cosas a continuación. La pena es que yo no tengo a quién tirar de la manga. Yo tengo horas por delante y sanseacabó. La pena es que esta tarde he estado meditando sentado frente a la ventana y el resultado de la meditación ha sido deprimente: somos muchos en la Tierra, la Tierra esta llenísima de mierda, no hay más que tensiones políticas y sociales creadas por unos mangantes de esto y de lo otro, pero mangantes. Y la cosa va así de penosa. Hay otra canción de Rosendo que dice: "vaya ejemplar de primavera/cruza la calle sin mirar/no dice adiós, tampoco espera/solo se aturde si se entera." Un primavera es una persona que no tiene experiencia, un novato. Yo creo que Rosendo se refiere aquí al común de los mortales, esos que ni son valientes ni cobardes, poco atrevidos donde los haya. Y ya está. Esta tarde pasará a mi historia personal como una tarde tranquila y meditativa y se pegará al cerco de la ventana para siempre. Qué tarde aquella, diré algún día, diré más tarde.

jueves, 10 de diciembre de 2020

A lo largo de la historia, ha habido muchas parejas antagónicas o que iban en la misma dirección. El gordo y el flaco es una de esas parejas. 
El otro día, el presidente de gobierno de España decía que era la primera vez que había en este país un gobierno de coalición, que le perdonaran si había ciertos fallos. Hoy piden ya un referéndum para votar sobre la monarquía y luego, quizás, el referéndum sea para ver si se pueden expropiar las segundas viviendas. Esto va así: si la gente va tragando, nos acercaremos a Venezuela antes y con tiempo. Es lo que van pidiendo poco a poco estos hijos de Chaves que están como en la sombra que van asomando la gaita de forma ya calculada. La gente no se da cuenta de que el líder de los morados dijo del dictador de Venezuela que no se tenía que morir nunca: es su modelo, están en el poder y son muy peligrosos. Recuerdo otra pareja famosa: Txipras y Varufakis. Los problemas que crearon estos dos son semejantes a los que va a crear esta pareja de morado (atrevido y con ideas suicidas para España) y el socialista, un tonto, un superfluo que no tiene ni voluntad ni inteligencia para dirigir nada, un hijo de Zp que solo sabe de matar a Franco otra vez y montar manifestaciones feministas cada dos meses. Ya lo dijo Calvo: "el PSOE es manifiestamente feminista, es a lo que aspira el PSOE, a liderar el feminismo". Con estos mimbres, PSOE que ya no es PSOE y los morados, ¿qué nos ofrecerá la historia? Malas cosas, malas cosas.

 En "El malestar de la cultura", título de un libro escrito por Freud, ese que descubrió el inconsciente y el poder que tiene este en los seres humanos, además de tratar las enfermedades mentales de forma racional por primera vez; en ese libro, digo, Freud analiza el mandamiento de los mandamientos: "amarás a tu prójimo como a ti mismo". Freud dice que hacer eso es imposible. A veces no nos amamos ni a nosotros mismos. Jesús también dejó dicho que amáramos a nuestros enemigos. De ahí el éxito del cristianismo, que ha durado 2020 años entre nosotros porque hubo mártires que perdonaron a sus verdugos en todos los tiempos que ha durado esta religión. Amar a los enemigos: muy difícil, pero no imposible, según se ha demostrado. Marx dijo que no existía Dios y Nietzsche lo negó también. Este era un hombre que iba por Madrid, donde los pájaros acuden al psiquiatra y la vida es un metro a punto de partir y se coló en el alma de la gente como una lagartija se cuela por un recóndito resquicio de las piedras. Y este hombre lloró de amargura al ver cuánto penan las gentes, cuánto lloran por dentro sin lágrimas y cuánta locura esconde las almas torcidas de Dios. 

Un hombre va a Madrid. A la corte donde está el poder. No dispone de mucho dinero. Solo va a pasear y ver gente. Había una canción, que este hombre recordaba, de Rosendo, un cantante nacido en Carabanchel, barrio madrileño de mucha leyenda que decía: " atrapado entre los muros de un pasado que no volverá/la cabeza entre las manos/veo a la gente cómo va". A veces nos da por ver cómo va la gente, cómo se comporta el rebaño del que formamos parte, miramos gestos, gastos corrientes, adulaciones, fanatismos del prójimo que tenemos al lado. Eso lo hacemos quizás, como dice la canción por saltar los muros que no nos dejan ver el pasado que no vuelve, la infancia conocida que nos vino bien. Este hombre caminó por la calle Princesa, subió a Callao, vio un hombre incrédulo y a otro increíble; vio una mujer difícil y vio una mujer fácil; vio la miseria de la gran ciudad tirada en el suelo; vio gente triste y gente que no paraba de reír; comió unas castañas asadas, vivió la tragedia de una tarde en el centro de Madrid y se volvió a casa. Atrapado en unos muros, vio a la gente cómo iba y se dio cuenta de lo mal que se conducían sus semejantes. No creía que este mundo durara ya más de un milenio más así como iba. Lo calculó a ojo de buen cubero, pero ya digo, este hombre era juez de lo que veía: más de un milenio este mundo no lo resistía. El apocalipsis de esta gran babilón estaba cerca, bien cerca. Al llegar a casa, se fumó un pitillo, bebió café e invocó a Satán, que se presentó en el salón de su casa. Satán hizo un gesto con su mano y fueron al espacio, donde este hombre y el demonio presenciaron el mundo, este mundo cruel para muchos y duro para todos.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Me acuerdo de las poesías de Fray Luis de León que estudiábamos en el bachillerato. Esas poesías desarrollaban tópicos grecolatinos como el "Ubi sunt" que viene a decir dónde están esos que presumían, que salían en todos los anuncios, que salían en todas las portadas y tenían tanto poder. Ubi sunt en latín quiere decir: ¿dónde están? Luego viene otro tópico llamado "Beatus Ille". Beatus Ille quiere decir "feliz aquel". Es feliz el que sigue una senda de sencillez, que consigue su sustento con sus propias manos, no es envidiado ni envidioso de nadie. Esta senda la seguimos muchos sin darnos cuenta porque no destacamos, porque no somos conocidos por el público, porque vivimos honradamente sin que queramos publicidad ni notoriedad alguna.

De verdad que toda vanidad, en este mundo, perece con el vanidoso. Los poderosos pasan de moda pronto o tarde y no son ya ni leyenda. Y encima, si estando en el poder lo hicieron mal, la gente les cuelga un sambenito de inútiles y tontos de por vida.

Los que hemos hecho un camino tranquilo y sereno por nuestro caminar por los días, no nos llaman la atención esos que brillan ahora porque sabemos que se oscurecerán después.

La navidad es para pensar lo que dice ese villancico tan sabio: la nochebuena se viene, la nochebuena se va y nosotros nos iremos y no volveremos más: moriremos, esa es la verdad para todos. Y si crees y hay algo que te está esperando tras el paso de esta vida, lo hallarás y si no crees y nada te estará esperando, te quedará un recuerdo en la Tierra que durará lo que dure tu memoria entre las gentes. Y así se acaba todo: no volveremos más.

Me levanto tarde. Así fumo menos. Luego me visto y salgo a la calle. Voy por una calle que me da buenas vibraciones, de gente de barrio buena. Compro el periódico. Unas veces uno, otras veces, otro. Me paseo por la Gran Vía de Majadahonda. Me tomo un café en un bar. Cuando es la una, voy a ver a los de Colón. Hoy se habla de la lengua española. Uno dice que es opcional hablar español u otra lengua. Yo digo que el español de a pie tiene el deber de conocer la lengua española: lo dice la Constitución. Luego se pasa a otros temas: la covid, el confinamiento, etc. Me vengo a comer: puré de verduras y filete. Me tumbo pero no me duermo, estoy meditando tumbado en la cama. Me voy a Las Rozas andando y vuelvo. Me meto en casa y veo la tele: los telediarios.

Se me ha olvidado decir que antes de irme a Las Rozas, escribo una página o dos de mi novela. Esto es lo que hago al día. Algunas veces, cogemos el coche y nos piramos por ahí. 

lunes, 7 de diciembre de 2020

Miro por la ventana: hace frío y viento. Las hojas amarillas de los árboles son zarandeadas por el viento pero las hojas no caen. SE aferran al tallo que las une a las ramas. Así pasa con los seres humanos: nos volvemos amarillos de años pasados y nos aferramos al vínculo con la vida que tenemos, a la red social de los que amamos. La caída la prevemos tarde todavía si estamos bien de salud y nada nos atormenta. Hay gente que acelera la caída de la hoja por los vicios que vive. Hay otros que hasta el más crudo tiempo invernal no caen del árbol de la vida porque son sabios y han administrado bien su tiempo y el amarillo del paso dl tiempo parece incluso que va a su favor.


La vida es un gran árbol lleno de ramas y de hojas todas juntas. Unas nacen con una manchita que se reproduce por toda su superficie y caen pronto. Otras se aferran a la vida porque están sanas y han elegido vivir mucho.

La vida tiene muchas metáforas: río, camino, árbol, etc. Pero lo cierto es que nos vamos de la vida sin saber tantas cosas...

 Me gustan las novelas que empiezan en un bar, como la de "La conjura de los necios", bar en el que un negrito que lo barre, va diciendo a la asquerosa clientela que por allí pasa: "lástima el palo de una fregona espetá por el culo". Me gustan las novelas en que hay diálogos buenos, sonoros, sabios y coloquiales como la vida misma, pero que no duren mucho y sean eficaces para el desarrollo de la historia. "La comunidad", película que vi el sábado, creo, está muy bien. Destila corrosión sobre la sociedad española para que nos reflejemos en ella. Carmen Maura hace de una agente inmobiliaria que se queda en los pisos que enseña y vende. El piso que vende esta vez es cojonudo: colchón de agua, sofá de cuero, cocina moderna, etc. Su marido viene de su trabajo en una discoteca, pero no se concentra para el sexo con Carmen Maura. Carmen Maura encuentra el mapa de un tesoro de billetes de 5000 pelas en el piso de arriba del que enseña y disfruta. Carmen Maura está necesitada de sexo. Después de encontrar el dinero, lo mete en una maleta enorme pero no sabe que clase de vecinos tiene en ese bloque de viviendas. Todos ellos estaban esperando a que abrieran el piso del viejo al que le tocó la lotería. Todos sueñan con el tesoro. La comunidad entera cuenta los días en que el piso del hombre solitario se abra y coger el dinero. Por eso Carmen Maura lo tiene difícil: tiene que luchar con toda una comunidad de vecinos avariciosos, locos y despreciables para llevarse el botín. No sé cómo son los diálogos de esta película. No me fijé bien, pero la película es muy buena por el retrato de las hienas humanas que hace Alex de la Iglesia.

Me gustan las novelas donde no pasa casi nada. Perdido en mi habitación, sin saber qué hacer, se me pasa el tiempo.

sábado, 5 de diciembre de 2020

 Los anuncios, si lo pensamos bien, dan mucha envidia. Todo son caras radiantes, todos sonríen, todos están satisfechos. Bailan, cantan mientras disfrutan del producto. Es una verdadera bicoca ponerte esa crema, echarte al pelo ese champú. Es lo que persiguen los anunciantes: que te mueras de envidia mientras otros comen ese jamón, van de viaje con esa compañía de vacaciones, etc. etc. etc. Y pensar que Gandhi, uno de los mayores pensadores del siglo pasado pensaba que eso era robar, que rodearse de cosas que realmente no necesitas es robar a los pobres. Bueno, podemos decir que Gandhi era un aguafiestas, un amargado. Pero lo que consiguió Gandhi es más poderoso que todos los productos que se pueden anunciar en un mes entero: consiguió la independencia de su país pacíficamente y dejó escritas palabras hermosas para el que las quiera leer. ¿Qué te ofrecen esos productos de los que se puede prescindir? Nada comparado con la sabiduría de esa gente que ha pasado por el mundo haciendo el bien y sirviendo de guía espiritual, político y humano. Leer a Gandhi para mí está bien, me gusta, me da sabiduría. Ir como un loco de acá para allá, comiendo esto y lo otro se dice que es disfrutar de la vida. Bien. Yo disfruto de la vida leyendo más que viajando y probando cosas. Yo disfruto de las enseñanzas de los sabios. Yo no quiero robar a nadie. Porque si pensamos en aquellos que no pueden comer, ¿con qué derecho disfrutamos de la vida, de la vida padre que te venden los anuncios?

 Todos los libros que leemos nos advierten de una cosa: si no vives el presente, te pierdes la vida. El hecho de leer es así. Estás en un presente continuo hasta que acaba el libro. Con las películas ocurre lo mismo: son un presente que vivimos y nos entretiene y nos hace olvidar el presente nuestro, que también tenemos que vivir. ¿Es difícil vivir el presente? Sí, porque a veces el pasado tiene más importancia en nosotros que el propio presente. Pero el presente nos da las horas, nos da el tiempo de que disponemos. Hay que pasar página y poner buena cara al presente. A veces soñamos con un futuro incierto pero más bonito que nuestro presente. Pero mientras llega ese futuro, hay que vivir el presente. Parezco un puto libro de autoayuda, pero es así. Bueno. Solo sé que leyendo un libro, nos zambullimos en una historia. Estaba yo viendo una peli en que salen Jennifer López y Robert Redford sobre el odio de un abuelo a su nuera por causa de un accidente en el que muere el hijo del abuelo. La nuera regresa con la nieta pero este no las acepta. Es un rollo de película y me he cansado de verla porque realmente, no ocurre nada más que el odio ese del abuelo. Ya ves cómo un pasado puede afectar al presente de tal modo que lo amarga y lo hace invivible. El pasado debe pertenecer a otro ámbito y dejemos que el presente nos inunde y lancémonos a bailar una jota o cosa parecida y olvidemos pasado y futuro que nos agostan las ganas de vivir. Vive el presente.

Ayer vimos "La comunidad", película de Alex de la Iglesia. La pena que da esa película es pensar que no está lejos de la realidad en nuestros días. Desde la política, llena de mentirosos, hasta la calle, llena de indigentes mentales, todo en esa película te destroza el corazón por lo acertado de la visión de la sociedad española.

En esa película solo brilla la determinación de Carmen Maura (la que encuentra el dinero) para llegar a buen puerto después de librarse de la comunidad. Creo que todos los que vivimos en una comunidad de vecinos tenemos ejemplos como los que salen en la peli.

Por otro lado me he leído ya casi entero el libro que lleva por título "El abuelo que saltó por la ventana y se largó", que también está muy bien. Son las aventuras de un centenario que en su vida tuvo que lidiar con líderes políticos del mayor nivel. Allan Karlson es un personaje que nos enseña a tener paciencia con gente estrafalaria y difícil, toda una lección de estoicismo en estos tiempos duros.

Me voy por pan y diario a ver qué noticias salen. La vida se va llevando como se puede, no como se quiere. La vida es esa cosa turbia que amenaza con inundarnos y ahogarnos.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

 Me sucede estos días con mucha frecuencia y persistencia, a todas horas: me imagino que me quitan la pensión o me imagino directamente que me tengo que buscar la vida. Debe de suceder esto por el montón de noticias que hay sobre trabajo, ertes, etc.

El caso es que me pongo en la situación de ir gastando el colchón de dinero que tengo ahorrado y me pongo a estudiar una oposición. El dinero se acaba y yo no apruebo ninguna oposición. Me veo trabajando en empresas de trabajo temporal descargando camiones por cuatro duros. Y lo paso mal.

Yo tenía un "amigo" que trabajaba en ETTs de esas y eran una mierda.

Luego pienso en montar una academia en mi propia casa, o montando una empresa que no sé en qué consistiría; también me imagino correteando por editoriales a ver si se venden mis escritos. Pero en todas estas ocurrencias, me sale todo mal y no gano ni un duro y tengo que ir a la cola del hambre y un señor con barba me echa un plato de patatas con carne y me las como.

Es muy duro imaginar estas cosas porque me crean inseguridad y no puedo evitar pensarlas. Lo paso mal. A ver si se me quitan de la cabeza porque me hacen un daño mental grande y ocupan demasiado mi pensamiento inútilmente.

domingo, 29 de noviembre de 2020

Ayer, en Informe Semanal, hablaron de lo que llaman "la cuarta ola" (refiriéndose a la pandemia). Se trata de una ola que ya ha venido o que está por venir de personas con desequilibrios mentales debidos a la pandemia. En ese programa hablaban de enfermeras que han perdido su salud mental por ataques de ansiedad o por ataques de pánico de difícil tratamiento a causa de sus experiencias malas de cuidados en hospitales. Y estando como está la sanidad y cómo se va a quedar, la ayuda que pueden ofrecer a estas personas con dolencias mentales está en duda. Los enfermos de Alzheimer han dejado de tener contacto con sus terapeutas y han ido a peor, así como los pacientes con algún tipo de retraso mental. Paco y yo hemos tenido suerte ya que no hemos perdido contacto con nuestro psiquiatra en la pandemia, pero vendrán nuevas psicopatologías que tratar. En ese programa, una enfermera decía: "yo ya no era yo". Otra chica que había pasado la enfermedad del COVID, se refería a la depresión que acompañó a la enfermedad. Otra cosa que he leído en el periódico, en una entrevista a un oncólogo, es que muchos pacientes con cáncer, por lo saturada que está la sanidad, se quedan sin tratamiento, y ya se sabe lo que es quedarse sin tratamiento teniendo un cáncer.

De todos modos, en ese Informe Semanal, la otra semana, hablaban de una secta estadounidense que parecía que iba a traer la guerra mundial y no fue para tanto. Creo que ese programa a veces exagera las cosas de una manera ridícula. En fin, esperemos que esta cuarta ola no sea para tanto.

viernes, 27 de noviembre de 2020

 Vienen, como oleadas, días de cielo gris y calles mojadas por la lluvia. Yo, ayer, en un día de estos, estaba como a la intemperie de unos pensamientos que me hacían frágil. Pensaba que mi hermano y yo estamos solos (de hecho, llevamos dos meses sin ver nada más que a nuestros padres). Vemos también gente conocida que no nos aporta mucho, la verdad y vemos gente de paso que se toma una cerveza con nosotros. No vemos a los de la asociación pues estamos confinados.

La lluvia nos mete en casa y nos vuelve reflexivos y, si no la detenemos con pensamientos bonitos, nos invade una melancolía terca y meliflua que se nos mete hasta dentro del alma.

La pena es pensar que los que tienes alrededor no son gente simpática y cariñosa sino gente que complica la vida de manera estéril y estúpida.

Bueno. Yo ya no sé de qué escribir. Sin embargo, tengo una historia que me aguarda esta tarde a que la continúe. Y tengo la tarde para darme un paseo aunque llueva.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Alguna cosa le sucede bien al que muchas prueba. Esta máxima es de Séneca y me gusta mucho. Ahora que hay muchos parados, es la hora de probar, probar y probar hasta que se consiga un trabajo. El que no cree que puede hacer una cosa, debe hacer otra y otra hasta que vea dónde y cuándo es bueno en algo. No hay que desfallecer. Yo he probado con 5 o 6 novelas a ver cuál era buena. La última que estoy todavía escribiendo la leyó mi hermano y le gustó. Quizás, después de muchas pruebas, he acertado con la manera de contar, con el personaje y con la historia.

Las esperanzas se encadenan. Esta máxima también es de Séneca. ¿No hemos visto miles de películas en las que todo parece salir mal pero de repente hay motivo para la alegría por una serie de circunstancias favorables? Así ocurre también en la vida cuando a una noticia buena le sigue otra y otra y todo parece salir bien. Hay que poner de nuestra parte, claro, pero al final, muchas cosas salen a flote. 

viernes, 20 de noviembre de 2020

Por fin es viernes. Eso es lo que he dicho a mis amigos de Colón a eso del mediodía. Uno de ellos, me contesta: a nosotros nos da igual un día que otro. Y yo le he replicado: lo decía con ironía. Los viernes han dejado de ser viernes hace mucho tiempo. Y los sábados. Y etc. Luego, hemos tenido una diatriba mi hermano Paco y yo después de comer sobre el asunto de la risa. Yo le he dicho que si uno se ríe, el cuerpo lo nota y funciona mejor y más el alma o el espíritu.  Dice Paco que no me queje, que podría estar en la UCI. Y yo le digo: ¿no habría allí en la UCI una enfermera simpática que me hiciera reír? Y Paco se ha cabreado, diciendo que debería estar contento con lo que tengo. Solo me ha hecho reír hoy la novela que lleva por título "El abuelo que salió por la ventana y se largó" que es de un autor sueco. Luego, le he llamado a Paco el "hereje de la risa" porque casi está en contra de reír, no va con él. Yo voy a ver si me divierto escribiendo la novela. Como yo soy el autor, me voy a inventar un rollo cómico para mi novela y así reírme un poco si me es dado.

jueves, 19 de noviembre de 2020

 Hoy está haciendo un día primaveral. El cambio climático existe, pues. Toda vida es tormento. La dificultad de los tiempos es ley de la naturaleza. Virtud es sufrir al ingrato hasta que sea agradecido. Son máximas de Séneca estas que escribo porque no se me ocurre nada. Séneca llevó una vida oscura en el imperio de Nerón, que era un psicópata. No es pesada la pobreza sino para aquel que la tiene por pesada. No sirven de nada las desgracias a aquel que no aprende de ellas. En las películas, cuando un personaje está contemplando un paisaje o dos personajes se van a abrazar, suena una música de fondo, muy bien instrumentada que hace que nos elevemos espiritualmente los espectadores porque vemos que ese es el summum de la felicidad, el punto más alto de emoción de todo lo narrado en la película. Últimamente, en mi vida, no ocurre nada de todo eso. Los violines no se ponen a sonar por un encuentro feliz en ningún punto de mi película. Por lo general, mi banda sonora vital es un rasgueo débil de algún instrumento pobre que va recorriendo mis pasos sin acompañamiento de la orquesta. Como dice Séneca, toda vida es tormento, toda vida es aburrida y toda vida hay que aguantarla, como si de un mal se tratara. Qué le vamos a hacer.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

En un cuaderno grande tengo yo unos apuntes de cuando me puse a buscar argumentos, personajes, temporalidad, tramas secundarias, etc. para una novela. Un apunte dice así: "Escribe sin juzgarte. Las partes menos pulidas de la novela pueden resultar irresistibles después". Deberíamos hacer las cosas sin juzgarnos mucho porque si no, se pierde mucha espontaneidad. Yo fui profesor, sobre todo al principio, sin juzgarme mucho. Lo que hacemos sin darnos cuenta de ello, quizás sea lo que perciben los demás como auténtico nuestro y lo valoren más. Un grueso trazo en un cuadro, visto de lejos, puede contener unos matices estéticos grandes y si afinamos mucho en lo que hacemos, nos perdemos lo esencial. Nos conoce la gente por los arranques veraces e impensados que tenemos a veces y no cuando transitamos vericuetos comportamentales que nos hacen ser vistos raros por el prójimo. Por lo que respecta a mis familiares, yo veo que me miran y se comportan conmigo con mucho hieratismo y mucho miramiento, pero es normal, porque han tenido un comportamiento conmigo muy raro, han hecho cosas extrañas contra mí, pero yo procuro seguir siendo el mismo a pesar de esa extrañeza que me da mi familia. Las familias van adquiriendo tics y formas de comunicación raras con el tiempo y es más difícil la comunicación entre los miembros por esa idea tonta de hacer artificial lo natural.

He cocinado unas lentejas a eso de las 8 de la tarde porque a esa hora estoy más relajado y porque dicen que luego están mejores. Hoy estoy contento y no sé por qué. Si se pudiera averiguar por qué uno está contento y hacer con ello una fórmula química de efectos cerebrales yo daría muchos de mis ahorros para la ejecución y administración de tal fórmula. La vacuna contra el COVID parece una efusión de alegría entre la gente y puede que contenga un efecto euforizante en la gente pero no me vale como fórmula de la felicidad. Ayer escribí un montón de blogs y escribí la novela pero no creo que esas actividades hayan hecho que me haya levantado contento, no pensando en mi maldita rutina, no comparándome con la gente que ríe, no pensando que tenía que estar en otro lugar para estar feliz, etc. etc. etc. Y es que ese tipo de pensamientos reiterativos, unos seguidos de otros, son los que me arruinan mi buen ánimo frente a la vida. Dice mi hermano que todo el mundo sigue una rutina, pero yo veo que dentro de esa rutina, hay gente que se sienta en una terraza y se descojona y yo no.

Llevo dos días seguidos escribiendo mi novela. A mí, mi novela ni me da ni me quita y casi no tengo lectores a quién dejársela después de que la acabe. Llevo unas 12000 palabras, pero la última que escribí tenía unas 52000 palabras. No sé cómo podría yo gastar tanta tinta con esta novela que llevo entre manos, pero mi pundonor me dice que debo acabarla y rellenar muchas páginas para que salgan unas 200 para que la novela sea decente y redonda. El caso es que esta novela actual va de un personaje un poco raro y se enfrenta a situaciones que yo no sé como llevar pues soy lego en la materia de aquellas cosas en que se mete esta mujer (la protagonista). Quizás me tendría que documentar sobre algunas cuestiones para seguir escribiendo pero, de esa manera se perdería mi voluntad de escritor y además, también se perdería mi espontaneidad como creador, así que prefiero no documentarme nada y que todo salga según yo lo tenga previsto. El caso es que ya he cogido ritmo y después de estar tumbado en la cama haciendo que duermo, voy a continuarla, que de eso se trata.

Hoy en día se publican muchos libros que te ayudan a alcanzar la felicidad y el éxito. Una de las cosas que dicen esos libros es que apuntes en un papel lo que quieres conseguir en la vida cien o doscientas veces y lo conseguirás. Mi hermano Paco, al contarle yo que hoy estaba contento, me ha dicho que la felicidad está en las pequeñas cosas. ¿Y qué son esas pequeñas cosas? Nadie lo sabe. Porque el estar contento es un estado mental. O estás contento o no. Para mí, estar contento es no tener ideas negativas en el pensamiento, no compararme con nadie porque casi siempre salgo mal en el retrato o no pensar en lo que va a venir; o sea, la maldita navidad. Puede que estar yo contento dependa de muchas más cosas, pero a bote pronto, a mí no se me ocurren. Mi enfermedad, trastorno bipolar, hace que el estar contento o triste sean fases patológicas de esa enfermedad. Pero yo no sé a ciencia cierta si hoy, que estoy contento, se deba a una fase obligatoria de mi enfermedad. Es verdad que he escrito un montón de blogs, he escrito de la novela, he comprado un cuaderno grande para analizar mi estado mental diario y leo "Las meditaciones" de Marco Aurelio con asiduidad. ¿Tiene que ver eso con la felicidad que he sentido esta mañana? ¿O tiene que ver todo con una disposición cerebral mía que hace que esté contento? No lo sé. La vida es un misterio y los estados vitales que experimentamos en ella quizás también lo sean.

Una vez estuve con mi exnovia a Salamanca. Al cabo de dar una vuelta por la ciudad, ya me sentía agobiado y triste en aquella ciudad. No tenía nada que decir  a mi exnovia porque mi exnovia no entendía mi sufrimiento moral. ¿Qué padecí yo ese fin de semana en Salamanca? ¿Depresión? ¿Abulia? ¿Enfado? ¿Displacer? Todas esas cosas a la vez. Yo me acuerdo que me sentaba en un banco a fumar un cigarrillo y esa actividad de inhalar humo y exhalarlo era el único consuelo que tenía. No recuerdo mucho qué hicimos en la ciudad: sobre todo, pasear, pero todo me resultó absurdo, repetitivo, difícil de vivir por la calles aledañas a la plaza mayor. Me había cansado de mi exnovia, me había cansado pronto, muy pronto de la ciudad y me había cansado de los temas que me contaba mi exnovia: cosas de su familia que me agotaron psíquicamente. Yo quería que pasara pronto el tiempo y largarme de allí. El viaje de vuelta fue un bálsamo para mí, pues fui viendo el paisaje por la ventanilla, íbamos hablando de cosas intrascendentes, todo el escenario había cambiado y por ello, los parlamentos del teatro que vivimos ella y yo. Qué alivio. Hoy, cuando me levanto, noto es abulia, esa desidia, esa depresión leve, pero no tengo carretera con que quitarme la sensación odiosa de estar siempre en el mismo lugar.

Según un tipo de psicología, deberíamos estar agradecidos por levantarnos sanos,  por tener agua con que lavarnos la cara, por no tener que ir a un lugar extraño y lejano y frío a hacer de vientre, por tener leche y café y una fruta con qué desayunar, por tener un ordenador en el que mirar mails de los amigos, por vivir en suma, como lo llaman los anglosajones, in the land of plenty, en la tierra de la abundancia. Sin embargo, estamos melancólicos quizás porque vemos que la sociedad, la política, nuestro entorno no funciona como nosotros desearíamos. La política de hoy en día no admite término medio: o eres de unos o de su contrario. La corrección política solo admite una postura, además. Pero es que la comunicación con el vecino, con los de la calle, no es posible y esta cerrazón nos hace endebles, deprimidos, desconfiados. Yo creo que hubo antaño otra forma de relacionarse más espontánea que ahora ya no existe. Todos nos parecen extraños en la ciudad y no debería ser así pues en realidad sospecho que vivimos la melancolía de no poder exponer al prójimo nuestros anhelos íntimos, nuestras preocupaciones. El sujeto de a pie se ha vuelto egoísta y a la vez, se ha vuelto un cuenco cerrado que no vuelca sus sentimientos a los demás. Así lo vivo yo, que, al único que puedo decir mis cosas del alma es a mi hermano.

martes, 17 de noviembre de 2020

Dos hermanos hablan. Uno pregunta a otro: ¿no te parece una rutina esto que vivimos? El otro, en vez de contestar, que es lo que hay que hacer a una pregunta, intenta convencer a su hermano de que todo el mundo aguanta una rutina. No es eso un diálogo, sino una imposición. Hay mucha gente así en la vida, que en vez de contestar a lo que se les pregunta, te imponen su punto de vista. A lo que se contesta con un no o un sí, se restriega al preguntador toda la visión del mundo del interrogado pero no la verdad sobre esa pregunta. Lo cual es deprimente y poco pedagógico porque no es objetivo sino muy subjetivo. Si encima, ese hermano que no contesta la pregunta que le haces, tiene pasión por hablar, hablar y no dar paso a su interlocutor de ningún modo, la depresión conversatoria es mayúscula. Pero bueno, uno no elige sus compañías en la vida sino que le vienen impuestas a veces y hay que aguantar monsergas no pedidas todos los días porque el otro, el que tenemos al lado, es así: impositivo, no deja hablar y cree que su razonamiento es superior.

                                   La epidemia ilógica.

 En la alejada ciudad, había baldosas que temblaban al paso y producían caídas de consecuencias irreversibles en los ancianos, el aire era insano cuando venía de la capital y era frío cuando venía de la sierra próxima. En la alejada ciudad hacía mucho viento, un viento maléfico y ruin que mantenía al vecindario en casa hasta que amainaba. Había en la alejada ciudad hoja de otoño que llegaba a estar en el suelo pudriéndose hasta el otoño siguiente, dando fe de la dejadez de los empleados de la limpieza. En la alejada ciudad había la manía de irlo dejando todo para el día siguiente. Cuando un vecino se levantaba por la mañana, a la hora que fuese, la alejada ciudad siempre estaba desperezándose hasta que llegaba mediodía. La alejada ciudad siempre estaba gobernada por un alcalde cacique, que no invertía ni un céntimo en la ciudad, pero que siempre estaba dispuesto a subir los impuestos a la población.

Allí vivía Juan, el enfermo mental, que tuvo un episodio psicótico en su adolescencia y con el paso de los años, se convirtió en profesor. Allí vivía Lucía, la enferma mental, que con el paso de los años fue auxiliar de dentista en una clínica. Allí vivían los alejados, como los llamaban a los que vivían en esta ciudad sin historia y sin corazón.

Miró a su hermana, le dijo hola y esta dejó de comer arena y se elevó del suelo donde estaba arrodillada y vagabundeó, volando por la habitación. No era sorprendente este fenómeno en los trópicos. Es más, desde que llegaron los colorados, todo el poblado asistía a fenómenos raros todos los días. A Rafael Sindiós se le cayeron de repente todos los dedos de las manos mientras clavaba un clavo para colgar un crucifijo. A Elena Porco, las monedas que guardaba en un baúl desde que se casó, se le echaron a rodar de una en una hasta la casa de su hermana, que estaba enfrente y no hubo manera de pararlas hasta que se dieron de golpe con la puerta de Jacinta Porco, la hermana. Allí se deshicieron en un polvillo metálico parecido al bicarbonato y se esfumaron en el ambiente como si no hubieran existido nunca. A Manuel, el niño de Resurrección la manca, se le hinchó la nariz de un modo exuberante y mortal a la vez pues entraba tanto aire cuando inhalaba, que se le rompieron los pulmones y quedó tendido allí, hinchadas las narices como una papaya y muerto por el estertor de sus pulmones. Y así, empezaron a pasar todo tipo de cosas y un escritor las empezó a llamar realismo mágico. Las empezó a contar en páginas y páginas delirantes y vendió muchos libros en el Caribe y fuera del Caribe.

 Vivimos en una sociedad errática y esto quiere decir que no sabe muy bien dónde va. Los jóvenes están desterrados a un botellón continuo y se vuelven ninis con demasiada facilidad. La educación es muy triste y más triste se vuelve con las leyes de educación que promulgan ministros bizcos o ciegos de toda entendedera. Los partidos políticos están antes que un gobierno que miente y retuerce el estado a voluntad. La pandemia ha demostrado que se puede mentir, no prever nada, no abastecer de lo necesario a los que lo necesitan y no pasa nada. Los acuerdos de gobierno son aberrantes y lo único que hacen es reafirmar la idea de que nos encaminamos a un nuevo régimen que ni siquiera conocen los que gobiernan, aunque los modelos están ahí: Cuba, Venezuela. El comunismo, dado por muerto en 1989, vuelve con fuerza en forma de populismo que promete el oro y el moro a costa de nuestro sistema institucional. La monarquía está en entredicho. Los jueces, también. La enseñanza, también y el idioma castellano, también. España es el único país del mundo que prohíbe su propio idioma. ¿Dónde vamos? A la puta mierda; esto es, a andar errantes en una historia pequeñita hecha de caudillitos pobres y tristes que no saben lo que quieren.

Recuerdo el examen escrito que realicé el año que aprobé mi oposición a profesor de enseñanza secundaria: a los opositores se nos hizo de noche escribiendo en una sala de instituto de no sé que barrio o ciudad de la Comunidad de Madrid. Después recuerdo opositores con un maletón inmenso en el que llevaban no sé qué recursos para la exposición de un tema en clase. Yo me limité a explicar mi experiencia en el comentario de un libro de Galdós en clase. Me preguntó antes el miembro del jurado cuál era mi enfermedad. Se lo dije: trastorno bipolar. También recuerdo que iba yo por el patio del instituto aquel y el miembro del jurado me dijo: has aprobado. En aquellos tiempos, yo luchaba por todo y en todo: luchaba con los alumnos en el aula, luchaba yendo en cercanías y autobuses a las 6 de la mañana ya las 3 de la tarde, luchaba con los apuntes de oposición. Un buen amigo me dio un consejo: solo estudiar 40 temas y, de esos temas, solo estudiar 7 folios, que es lo que da tiempo a escribir en dos horas. Así lo hice y triunfé. Esta mañana me he levantado tarde, he desayunado, he ido por pan y diario recorriendo la calle de mi barrio. Hoy no lucho por nada. Lucho casi contra mí y mi deseo de que algo cambie, pero no cambia nada. La vida, cuando se estanca, se vuelve venenosa. Yo he tenido una actividad que me salvó. Hoy la inactividad me pone mal. Pero en todas las ocasiones hay que vivir y no tirar la toalla. En eso estoy.

La profesora de Lengua y literatura que yo tuve era muy ecléctica y moderna y un día nos trajo una tira cómica para comentar. En la tira, aparecía un hombre vestido de negro que se levantaba, iba a la oficina, comía y de noche, se echaba a llorar. La profesora nos preguntó si veíamos algún recurso pictórico en la tira. Las viñetas eran tan simples que no nos dimos cuenta de ningún dato especial en ella. Pero sí lo había: era la hipérbole o exageración que había en las lágrimas que saltaban de la cara de aquel hombre vencido por la rutina.  En verdad, eran enormes. Añadiría yo otro recurso que es contar una vez lo que ocurre muchas veces: o sea, retratar la rutina. La rutina es algo de lo que huimos los seres humanos por aburrida y falta de emoción. La profesora quizás nos alertaba así, con esa precisa historieta, que me parece que era de Quino, la vida que podríamos llevar nosotros, sus alumnos, en nuestras vidas futuras. Y acertó porque yo, su alumno de entonces, vivo en una rutina en la que no aparece un encuentro que me ilumine el día, como dice la canción de Sabina. Mi vida es pura rutina. Y no me debería quejar al tener todas mis necesidades cubiertas, pero, como dijo Cristo, no solo de pan vive el hombre. En fin, la profesora actuó de profeta para todos los alumnos que éramos en aquel aula y quizás muchos de nosotros sufrimos esa rutina y lloramos de noche al ver que un día es igual a otro día sin remisión.

lunes, 16 de noviembre de 2020

La vida es ese animalillo que se pega a uno, unas veces dócil; otras, divertido y las más veces esquivo y feo. Ya estés a la orilla del río, comprando en el súper o meando, el animalillo sigue ahí. Y no puedes darle esquinazo de ninguna manera y si no es grata su presencia, te hartas, pero lo aguantas porque es intrínseco a tu ser. Mi animalillo es más bien triste, me hace rumiar siempre las mismas cosas, me acompaña, pero no fielmente, no agradablemente. El animalillo para mí siempre es susceptible de una queja, un malhumor, una insatisfacción grande. No me gusta mi animalillo de la vida. Dice M. Aurelio: pronto olvidarás todo, pronto te olvidarán a ti. Se refiere a la muerte, claro, otro animalillo que solo se pone al lado nuestra una vez y tiene el aspecto de una esfinge. También hay que tratar con este animalillo alguna vez en la vida. El mundo rueda con nosotros en él y tan pronto cambiamos el animalillo pegajoso y fiel por aquel que nos dará un ladrido o un viscoso lametazo para que dejemos de vivir. Pero no quiero ponerme fúnebre. Es que quiero escribir un poco y no sabía muy bien de qué. Me aburre internet, me aburre mi vida y me aburro a mí mismo. Si no tuviera enfermedad mental, me cogería un autobús y me iría esta noche misma al borde del mar, a una playa lejana o cercana y me daría un inmenso paseo al run run de las olas, plas, plas, plas; así hasta que me entraran ganas de comer una sardinas asadas y acostarme con el run run de las olas a lo lejos: plas, plas, plas y así creo que me olvidaría por un día de ese animalillo que tengo al lado.

 Se ha llamado al dadá antiarte. Escribo este artículo de blog para empezar el día y crear algo de sentido a la mañana pero no sé si me saldrá. Los dedos no están tan ágiles como ayer domingo por la tarde. Empiezan los anuncios de Navidad. No me gusta la Navidad porque rompe mi rutina. A veces me quejo de la rutina pero la prefiero a juntarme con seres a los que no veo en todo el año. La Navidad es una hipocresía que se pega al riñón como la grasa.

La vida pasa como un jilguero pasa la primavera: sin darse cuenta. La vida es como la manecilla de un reloj, nunca para. La vida es como un perro fiel, siempre a tu lado aunque sea inútil.

El caso es que dicen que va a haber mucha renuencia a ponerse la vacuna en España. Dicen que la mitad de los españoles no están dispuestos a ponérsela. Esa es la diferencia de España con el resto de países. Somos anarquistas.

Voy a dar un giro espectacular en mi novela: va a haber un secuestro para hacerla emocionante.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Yo oigo mucho decir a la gente que necesita cosas. ¿No somos los homo sapiens? ¿No deberíamos dedicar más tiempo al pensamiento que a las cosas materiales de este mundo? Un buen libro nos cuenta cosas tan sorprendentes que no nos hace falta más. Si con perfumes piensa la adolescente que va a conquistar a su noviete, va mal, pues le conquistará mejor con la cabeza en su sitio y un buen bagaje de bondades y no de subterfugios para conquistar. El cerdo huele mal pero hay que ver el hambre que ha quitado a la gente.

Sapiens viene de sapere, saber. Hay un viejo refrán que no sé ya quién lo dijo. Dice así: aude sapere, atrévete a saber. Saber es más duro de lo que parece. Si no sabes, vives la vida riendo y gozando como un cerdo o como un alacrán que se aplasta contra la piedra.

Los domingos por aquí, por la ciudad, no hay mucha gente, así que no hablo con el prójimo. Además, el prójimo suele ser una persona con problemas ajenos a los míos y suele ser el prójimo un saco de vicios muy difícil de llenar. El prójimo pide dinero, molesta y se cree que yo soy gilipollas. El prójimo es inaguantable. Menos mal que los domingos hay pocos prójimos por la calle.

A propósito, un prójimo llamado Pedro Sánchez, en el ABC que he comprado hoy sale presumiendo de que le gusta el género literario creado por Valle Inclán llamado "esperpento". Podría mirarse al espejo y ver su propio esperpento. Habla del esperpento y no cita ni una de esas obras mientras que yo he leído Luces de bohemia, qué menos. Y el Ruedo Ibérico. Y Tirano Banderas. Es una lectura muy difícil. No creo que este botarate haya leído la prosa de Inclán. Se le notaría algo. En fin, este hombre se quiere hacer notar y no sabe cómo.

 Dice Marco Aurelio, en sus "Meditaciones" que hay que ser amable con la gente mala porque hay que conservar la entereza de uno mismo hasta en las peores situaciones y yo creo que en esta vida lo peor es tener que aguantar a gente mala. Quevedo decía que más vale un huerto que da poco que un barco que se va a buscar oro. En esta apreciación sigue la estela de Fray Luis de León, fraile que le antecedió (a Quevedo) y que le dio buenas lecciones de estoicismo. Decía Fray Luis de León que pocos y sabios siguen la apartada senda que conduce a uno mismo. Pocos son, porque pocos son los que piensan en qué consiste esta perra vida. Pero ya que Marco Aurelio, Fray Luis de León y Quevedo dejaron dicho todo esto que relaciono supra, ¿qué más hay que decir? Marco Aurelio dice también que esta vida es a manera de pugilato y no de danza pues hay que mantener el tipo ante las agresiones de la vida.

Yo me hago discípulo de estos y no me vale el mandamiento de querer a mi prójimo como a mí mismo si mi prójimo es una persona que a mi modo de ver no reflexiona y se aplasta como un alacrán a la silla y al sofá. No me vale amar a mi prójimo si apenas le conozco ni tiene nada que ver con la filosofía que yo llevo, que es reírme poco y andar erecto, no estar todo el día bebiendo y carcajeándose sin pensar un átomo en qué consiste la vida. El prójimo que yo veo no lo considero de mi especie porque anda huérfano de pensamiento. Decía Machado, otro estoico: el español bosteza: ¿tendrá frío, tendrá el estómago vacío? El vacío es más bien de la cabeza. Sigue siendo actual la apreciación que hace Machado, yo no lo dudo.

Y la pena es que en España no hemos avanzado mucho. Hombre, se pone uno a pensar el papelón que hicieron los alemanes el pasado siglo y dices, joder, qué bestias. De algún modo hay que consolarse. Pero no hemos avanzado mucho de Machado acá, creo yo.

Ya digo que los domingos no hay mucha gente por la calle, así que yo no tengo que pensar mucho en el puto prójimo y quizás sí en mí mismo, que la vida viene muy malita y a los enfermos mentales nos tienen acorralados y piensa la gente que vamos matando. Más bien nos matamos a nosotros mismos con pensamientos duros de llevar como la desolación, la angustia o la ansiedad.

 Hoy está siendo domingo todo el día. Los domingos no se ve mucha gente por la ciudad porque las tiendas cierran. Yo me suelo dar un paseo. Por la mañana me ha entrado un principio de desolación mientras iba por el diario, el pan y unos huevos para hacer una tortilla. Hay gente que se aplasta como los alacranes a la piedra en las terrazas y beben y ríen y ríen y beben. Yo no dedico mucho tiempo a la bebida ni a la carcajada. Mi vida transita en una discreción sin divertimento.

Mi hermano Paco es de índole reflexiva pero luego se explica fatal. Escribe y escribe sensaciones y problemas. Yo leo las "Meditaciones" de Marco Aurelio: lo que ya está escrito no necesita paráfrasis, si ello está escrito bien y con buen seso. Para mí, Marco Aurelio dijo unas verdades como puños. A ellas me sumo y me atengo. Cristo también dijo sus verdades pero parece, según dicen los curas, que hay que dar a los pobres lo que nos sobra. Después de haberlo ganado. En mi caso se asocia a la imposibilidad de dar clase, una oposición ganada en buena lid y una enfermedad mental. ¿Ha hecho algo esta sociedad por mi enfermedad mental? Nada más que añadir mentiras y calumnias sobre los enfermos mentales. Yo doy a Acnur porque dicen que los refugiados son los pobres de los pobres. Pobres y ricos seguirá habiendo toda la vida. No es mi misión hacer de pobres, ricos. El gobierno es el que debe prohibir que haya tan pocos ricos pero con tanto dinero. Que les pongan un buen impuesto. No lo veo mal. Mi vida podría dar muchas vueltas de la mano del destino y el dinero es un colchón por si el destino nos lleva por malos caminos.

Ya digo que en domingo, aquí, donde vivo, se ve poco movimiento. Había un control policial según iba yo andando. Querían cazar a gente que entraba o salía sin permiso de trabajar o de ver a su madre enferma.

Bueno. Yo solo digo que a las buenas razones hay que hacerlas caso y no a los intereses de Dios que a saber si existe. Hay leyes humanas y leyes divinas y no se han de mezclar, por eso está de más que los curas nos digan que demos lo que tenemos a los pobres. ¿Y a los borrachos, qué les damos?

sábado, 14 de noviembre de 2020

Un señor llamado Bauman, polaco marxista y británico de adopción dice en sus escritos que la sociedad de hoy en día es una sociedad líquida. Yo no daría voz a un marxista si este no fuera además sociólogo, filósofo y estudioso del mundo moderno. Sociedad líquida vale por una sociedad en que no hay vínculos entre el individuo y otros individuos o un colectivo. "Yo soy esto, yo soy aquello", decimos, pero no tenemos un gancho con la familia o con un colectivo. Y el colectivo con el que tenemos un vínculo nos sonroja descubrirlo: el taller de cerámica promovido por el ayuntamiento o una escuela de danza de sexagenarias preocupadas por Cantora, la Obregón y Fran Rivera. 

De pena. Pero así va el mundo. Individuos a la deriva que son grandes profesionales pero que han ejercido en varias empresas o trabajos de todo tipo, individuos que están como en cápsulas pequeñitas de dos en dos porque más de dos ya es imposible la comprensión..., individuos absurdos en su soledad orgullosa que no han dado un beso más que a su lanudo perrito de aguas. En fin, que triste es robar, más triste es pedir.

La sociedad alienada en términos freudianos da el poder a personas alienadas (no podría ser de otra forma). Presidentes que venden a la ciudadanía al mejor postor. También de eso va la sociedad líquida. Los malos gobiernan: sálvese el que pueda. Gente que vota por un voto agradecido, no convencido. O quizás sí, convencido porque son tan malos como el presidente de turno. El analfabetismo de hoy en día se muestra en programas basura que ponen a todas horas, con gilipolleces como llenar la cámara de televisión de dos besándose y luego, regañando. Nunca había salido tan barato el anuncio que te meten luego para que compres el perfume navideño de moda.

Qué triste es robar, más triste es pedir. Vendrán dineros de Europa a los que han llamado "escudo social". Lo que se colige de esos dineros, por lo que pasó en Vandalia, es que habrá una corrupción de tintes corleónicos. Porque aquí, en España, no hay decencia, digan lo que digan. No es "Spain is different" sino "Spain is owesome". La vergüenza de Europa, la corrupción a raudales. Y eso también tiene que ver con la sociedad líquida. Nada importa, ni la dignidad de la persona ni de las personas a las que gobiernas.

La gente anda, como yo, de acá para allá como perros solitarios. Me encuentro con una conocida en medio de la noche que me dice que viene de pasear, como yo, de pasear su soledad por las calles llenas de hojas amarillas que recuerdan a la muerte. Eso es la sociedad líquida. Te casas, te divorcias. Tienes amigos, no tienes amigos. Es todo tan líquido que se escurre entre las manos. Da pena. Pero si no sabemos ni a quién tenemos delante. Lo malo es que todo se rige por un determinado interés, no por una franca generosidad. El que sea generoso en estos tiempos se solemniza como tonto del bote. Es la sociedad líquida: que no tolera la bondad. ¿Dónde estará la bondad de que habló Platón y Santo Tomás de Aquino? Ya no es que vivamos en una cueva y no la veamos, es que ya no se proyecta sobre la pared de la cueva. Hay que ser malo y egoísta en esta sociedad líquida para que los demás te entiendan. ¿O estoy diciendo alguna tontería? Qué pena robar, más pena pedir.

Lo contrario de lo líquido es lo sólido, lo compacto. Lo que antes se daba por descontado, esto es, que la gente era honrada, ya no hay manera de comprobarlo en nadie. La gente es ladina, no tiene valores que ya no se enseñan en las escuelas. Ahora se puede pasar de curso con 5 asignaturas suspensas. Toma ya. Más líquido que eso, imposible. Te invitan a que te tumbes, a engordar en el sofá a ver a la folclórica de turno contándote su vida. Qué triste es tener vista y qué triste tener oído. Cómo descansan los muertos de esta triste vida. Todos desconfiamos de todos. Es lo líquido, es lo que nos enseñan. Los valores redondos, que giran sobre la bondad, no existen. Existe el cachondeo, la aberración y la carcajada. No la reflexión moral. ¿Qué va a saber de reflexión moral esa que está en el bar bebiendo cerveza sin hacer caso a su hijo ni un momento?

Bueno. Finalizaré diciendo que seáis buenos aunque cada vez cueste más y sea menos inteligible por la sociedad líquida. Sociedad líquida. ¿Nos la bebemos?