Se ha quedado la tarde lacia, como el pelo de un viejo. Yo tampoco he hecho mucho para que la tarde sea más brillante o excitante, como el café con leche de la Botella. Me he bebido un café, eso sí, al venir de por leche del supermercado. Me ha gustado, por las palabras que he oído, el compañerismo que existe en ese supermercado. Son los mismos de hace un año, más o menos y se llevan muy bien. Saben que deben atender las mercancías y al taimado público y se dan ánimos unos a otros en leal camaradería. Eso me ha gustado. Cuando yo era profesor, cada uno parecía ir por su lado aunque siempre coincidía yo con algún profesor majo con el que ir comentando el curso y los acontecimientos. Recuerdo uno de origen alemán que por sus técnicas pedagógicas en el aula, acabó con un ojo a la virulé. Era gran persona pero yo no compartía su modo de ver la educación. Recuerdo también una profesora de Teruel, que era muy crítica con la directiva y un sargento con los alumnos. De ella aprendí una postura ante la vida, no me dijo apenas palabras, sólo lo aprendí de su porte sereno y serio, mayestático. Así podría seguir pero no tengo ganas. El día te ofrece poco, dale poco tú a él.
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