He pensado para las mañanas escribir una novela y por las tardes la del mendigo y así tener ocupado el tiempo, que tanto me cuesta abarcar. La vida es un sinfín de problemas a los que hay que dar solución constantemente. Ahora recuerdo los días de Oporto como unos días de distracción y despreocupación. En Majadahonda, el tiempo tiene otro valor, hay que emplearlo en algo útil para estar a bien con uno mismo.
Si salgo a la calle, daré unas vueltas insulsas que no me reportarán nada. Si estoy en casa, llegará un momento en que las actividades que realizo me cansen y ya no pueda concentrarme en ellas de modo que todo se vuelve en ver cómo agitar el tiempo de modo eficaz. Hoy no tengo ganas de emplearme en la nueva novela pero llegará una mañana que sí lo haga y otras mañanas en que cogeré el hábito de escribir esa nueva novela pero pasará un tiempo. También me he planteado ir a un taller de novela pero lo haré después de las fiestas.
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