A los grandes corazones se les parte el ventrículo y ya agonizan solos antes de morir. A los corazones tristes y egoístas no se les parte el ventrículo sino que siguen y siguen haciendo daño a todo el cuerpo social sin que nadie les diga nada porque esos corazones parecen normales aunque se sienten en el comedor de la casa de su abuelo y no diga media palabra y se ponga a mirar el móvil y se despatarre y la imbecilidad aumenta cuando el pobrecito se vaya sufriendo de casa diciendo un adiós de mentira porque todo es falso en él, desde la ropa de marca que no le impide ser un currela de lo más ignorante a esas medias palabras, palabras que dice que no se le entienden porque juega a la estupidez porque no sabe jugar a otra cosa como un juego de niños pero que no tiene ningún sentido, solo el sentido de ser desagradable porque el tío ha sabido hacerse desagradable tras tres años de hacer esto y no decir ni una palabra cuando viene a comer. Y será ya un gilipollas para los restos.
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