Hace una calor excesiva, maltratadora en este primer día de septiembre. Las piscinas están llenas de niños que escapan así de su efecto devastador. Yo sudo como un pollo en mi habitación mientras miro en internet. Me ha molestado en este verano que no hubiera golondrinas ni moscas. ¿Dónde están? ¿Dónde están aquellas que se relamían ante los restos de la comida? ¿Adónde han ido aquellas que llenaban de chillidos el atardecer cuando ya se iban a acostar? Nos va a pasar que todo irá desapareciendo, primero unas cosas, luego las otras. Hasta que habrá tal cataclismo que ya no habrá forma de solucionarlo.
Parece que hay gente que se empeña en decir que siempre han sido así las cosas, que no hay que preocuparse pero yo sí me preocupo porque si todo cambia a peor, ¿qué nos espera? ¿el desierto? ¿algo peor que el desierto? Los animalitos nos van dando señales de que por ahí vamos mal, de que este no es el camino. Faltarán los leones, los elefantes, las moscas y sólo habrá un día cucarachas y ratas.
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