Lo que queda de septiembre quizás valga para recordar el verano. El viento viene ya fresco. Los álamos parecen balancearse pensativos sintiendo ya que la savia les corre más lenta por sus venas vegetales. Los pajarillos ya no cantan con la fuerza de los días de sol y ya buscan refugio para pasar el frío. Yo llevo una vida muy monótona entre estar con mi madre e ir a ver a Paco a ese lugar tan extraño. Me paso muchas horas solo sin tener con quién compartir experiencias aunque pobres experiencias. Ahora ya ni las comparto. Por eso escribo aquí de vez en cuando lo que me pasa para contarlo a los que me escuchan que quizás sepan de qué va mi vida un poco.
No me gusta el otoño incipiente este que comienza como si fuera un verano postizo. Las piscinas, ese emblema del verano, han cerrado; los colegios, han abierto. Los niños ya no chillan por doquier. Las madres, tampoco: Alvaritooooo, Alvaritoooo, que te ahogas y me enfado.
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