Cuando yo estuve trabajando de profesor, hice un curso de preparación del profesorado precisamente que consistía en la PNL o programación neurolingüística. Un hombre muy amable y pedagógico nos habló de que además del lenguaje y por encima del lenguaje hablado, existían muchos signos en nuestro cuerpo que transmitían una información y que esa información y esas partes de nuestro cuerpo son moldeables para que puedan proporcionarnos bienestar mental.
Hicimos pruebas prácticas y todos sus alumnos comprobamos que sí, que nuestros ojos, nuestras manos, nuestro tacto expresaban cosas. El profesor de PNL nos advirtió que hay alumnos que se comunican táctilmente, otros visualmente y así.
Lo que a mí me interesa de esta programación o teoría es que yo quiero aplicar a mis novelas ese carácter sensitivo que tienen las cosas que nos rodean: la lisura fría del cristal de la ventana, el ambiente humeante y denso de la cocina, el tacto fino de unas manos, etc. A mi novela le falta eso: sensibilidad de las cosas que lleguen al lector y en ello estoy.
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