Decimos adiós a enero. Vino enero con sus reyes de Oriente, muy preparaditos ellos para dar regalitos a los niños, esos niños que un día se harán mayores y ocuparán puestos en cualquier sitio que les dejen o ellos se ganen, como nos hemos ganado nosotros el puesto que desempeñamos hoy o que desempeñamos algún día. Y esos niños madrugarán y se acordarán de esos reyes ficticios que un día les llenaron de emoción los ojos y los espíritus.
Luego enero ha ido declinando en emoción, después de comido el roscón para que no vuelva más este maldito enero que se despide con un frío del demonio, con el mensaje invernal en forma de nieve.
En Siria se están matando. Las previsiones del gobierno en España son buenas porque ya crecemos igual que crecen los niños que en este enero echaron la carta a los reyes. El paro sigue y seguirá acompañándonos mucho tiempo, el paro que se creó mientras un gobernante negaba la crisis y ahora nos la tenemos que tragar. Qué bonito negar la crisis como si fuera un rey mago ficticio. Qué bonito llamar a los que avisaban antipatriotas. Los antipatriotas ellos, que no miraron por España y sí por ganar elecciones a toda costa, o sea, mintiendo como bellacos.
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