como trampas que esperan la incauta luz de labios vencidos,
como ese juguete que salta sin saber por qué ante el asombro de bailarinas tibias como la leche.
Así se rompe la lógica del lunes ebrio de mañana.
Así se somete la razón al naipe absurdo de los tórridos celos.
Así se destapa el seso y se llena de la mansedumbre loca de las hormigas.
Y el que mira toda esta extrañeza sufre como un pie torciéndose ante el peso de la caída.
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