Los grandes discursos quizás hayan movido
a la guerra, a la codicia, a la defensa de la patria,
a tantas quimeras que han venido
a vernos.
Pero sólo tú, sólo tu mirada
me ha movido a mí
a quererte, a darte un beso, a acompañarte a tu casa,
a quitarte ese frío que tenías ese día dormido en que te vi.
Y no quiero ya oír hablar desde el púlpito canalla ni a los curas ni a los que blanden banderas.
Quiero que tú subas al púlpito
a decir lo triste que estás a veces por culpa de otras voces que se oyen para que caminemos unidos sin saber adónde.
a decir que sólo los bares te consuelan,
a decir que me quieres, a decir que eres buena, a decir que te quieres bajar del púlpito porque no es tu sitio.
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