Mientras la lluvia cae como tonta y la gente la recoge en sus paraguas o en sus cabezas, la vida va pasando con su carga, también tonta, de cosas que hacer.
La tonada de Bob Dylan, con su voz quejosa de cantautor cansino pega bien en este día bobo y con ataduras.
Han pasado estas fiestas sin que nadie las quisiera más que unos cuantos que se han emborrachado a medianoche, otros que han comido como si tuvieran hambre y otros que han bailado inconscientes de la penuria que trae el no poder.
Los demás hemos estado esperando a que dieran las campanadas, a que se acabara el cordero, a que dejáramos de conversar absurdamente con el cuñado de enfrente, a que se acabara la Navidad sin dinero ni regalos y que volviera el día a a día, este tonto y cazurro día a día que es más tranquilo que las uvas y el champán detestado. Y así, me he levantado y he ido a la compra.
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