La gente que se escandaliza por lo más mínimo de la conducta de los demás pero no analiza su cutre manera de conducirse por la vida, es demente. Y no hace falta que sean católicos ni beatos: son gente corriente aparentemente que no suele tener amigos porque nadie los soportaría pero que se regocijan en coartar cuanto pueden la vida de los demás porque se la coartan a sí mismos al máximo.
Son de lo que no hay. Son peligrosos.
Te dirán que vestir así está mal, que no se debe hacer esto o lo otro, que lo suyo es lo mejor y a lo que debe aspirar cualquier persona y viven en un mundo cutre y pequeñito como si acabaran de ver al dinosaurio de Monterrosso.
Estas gentes se limitan a un horario autoimpuesto y no dan ni un minuto a la imaginación porque carecen de ella. Su opinión es muy pobre pero la quieren imponer a los demás como artículo de fe. Si los haces caso mal y si no les haces caso, peor porque siempre están como ofendidos. Quien no tiene contento, no haya buen asiento.
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