Da gusto pasar de una situación de nervios, de no saber muy bien que pasa contigo mismo, a una situación tranquila en la que se está más relajado, no importándote lo que pasa a tu alrededor, dándole la importancia justa.
Así me ha pasado a mí estos días.
En estos días no sabía muy bien qué hacía ni qué decía, no era dueño de mi persona y menos de mis palabras con lo que he llegado a malentendidos y riñas pero nunca sin salirme de las normas sociales más básicas. Lo que pasa es que lo he pasado mal.
La vida, a veces, nos saca de nuestras casillas y no sabemos muy bien por qué. Yo lo que hacía era tumbarme en la cama un rato y trataba de descansar, de relajarme antes que cabrearme con cualquiera. Cada uno debe saber con qué medios se relaja, está tranquilo y olvida obsesiones, malentendidos, malos gestos, etc.
Cuando estás más tranquilo, las palabras también lo son y todo ayuda a tranquilizarte una vez que tú has dado el paso de sosegarte.
Quien se encoleriza con los mosquitos, morirá de los manotazos que se dará.
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