"Hay mil maneras de ver el mundo pero sólo vale la mía". Esta es una afirmación que puede ser válida porque uno solo vive la vida y sólo su criterio tendrá valor a la hora de tomar decisiones sobre la misma, disfrutarla, incluso deprimirse en ella si a ello nos empuja nuestra visión de lo que vivimos.
Pero para eso están los demás, que nos provocan envidias que pueden ser fructíferas en nuestro ánimo o esos que nos rodean pueden hacer, por sus vivencias o su sabiduría, que recapacitemos sobre nuestro punto de vista sobre el mundo y actuemos de otro modo en él.
Aunque hay cosas que sólo puede hacer uno mismo por ayudarse y nadie nos va a dar más que míseros consejos antes de que demos el paso decisivo para resolver eso que nos está jodiendo, salga el paso mal o bien y nosotros, y quizás otros más, arrostremos la consecuencia de ese paso dado. Si no damos ese paso, ¿de qué vamos a estar orgullosos alguna vez?
Hay gente que se conforma y hay gente que quiere la luna. La visión de la vida de ambos no coincide pero puede ayudar la una a la otra a completar la percepción de las cosas. Lo dulce se encuentra en lo amargo.
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