El mundo es incomprensible. Se pueden dar tantas situaciones que hemos dado en llamar dantescas, kafkianas, esperpénticas en él que una situación absurda más nos da igual, ya damos por hecho que la administración es un monstruo, que los vicios, errores y corrupciones del ser humano no parecen tener límite y que la mentira que ampara esas atrofias también nos parece normal.
Vivir en una situación rara que provoque la neurosis es también muy normal. Vemos ejemplos de anorexia causada por un bombardeo cruel de imágenes esbeltas; vemos ejemplos de hombres y mujeres magníficos que son los espejos donde la sociedad dicta que debemos mirarnos. En esta sociedad no cabe la mediocridad ni la obra imperfecta. El pobrecillo chaval que suspende tres es un apestado si se toma en serio eso de seguir modelos; si no, podría llegar a ser un delincuente. No hay término medio: o eres mediocre y entonces estarás en el mercadona pasando artículos o robas bancos a punta de pistola.
Abogados, arquitectos, físicos, poetas son una legión que aparece en las revistas y diarios para que digamos a una: "quiero ser como ese".
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