Voy a analizar una cuestión personal que me está sucediendo y que quiero dejar constancia de ella para saber a qué atenerme de ahora en adelante para mejorarla ya que me siento deprimido desde unos días atrás. Empezaré por el día miércoles que fuimos mi hermano y yo a ver a la psiquiatra (yo veo a una psiquiatra cada dos meses por mi enfermedad mental, otros verán a un oftalmólogo porque no ven bien. En España, país de cafres, todavía se ve mal toda clase de perturbaciones mentales en las personas aunque estén a la orden del día. Yo siempre digo que por lo menos yo estoy diagnosticado porque hay verdaderos locos sueltos de los que no tenemos ni un indicio médico, sólo vemos su psicótico comportamiento día tras día y cualquiera les llama locos a la cara). Yo he visto comportamientos dignos de psiquiatra en un trabajo en el que estuve y la pena es que no van a su consulta y joden la vida a los demás sin que los demás podamos ni siquiera insinuar que están locos. La realidad es que los enfermos nos jodemos la vida a nosotros mismos con nuestras perturbaciones mentales particulares pero no hacemos daño a los demás si estamos tratados. Los que hacen daños son los psicópatas que no toman pastillas. Suelen ser esos que nos encontramos en el trabajo o en la calle y pronto dan a conocer que están majaras por sus malos comportamientos, sus gritos, sus desatinos de toda clase. Pero repito: no van al psiquiatra ni los podemos llamar locos pero lo están. Y son un peligro para los demás, que conste. Ya que estos que encontré yo en un instituto de enseñanza secundaria vaya que me hicieron daño despreciándome.
Hecha esta aclaración, paso a tratar mi estado mental desde el miércoles en que vi a mi psiquiatra. Yo le dije que llevaba meses levantándome a las once de la mañana y que había engordado mucho. Le dije que me aburría, que no tenía nada que hacer. Ella me dijo que yo iba a tomar la mitad de lo que estaba tomando de un medicamento durante un mes y luego lo dejaría de tomar. Ese jueves siguiente estuve normal pero el viernes noté el primer síntoma de la bajada de medicación y es que me sentí deprimido por la mañana. Me sentí vacío, desocupado, triste por ser viernes y no tener nada de qué alegrarme (un trabajo semanal del que descansar el fin de semana).
Sin embargo, el fin de semana lo pasé bien con mi novia aunque discutí bastante con ella, resentido por haberla dicho que quedara el jueves y el viernes y ella decir que no quería. Aunque discutimos, nos aclaramos al final pero la guardé rencor. Este lunes, lo pasé un poco mal, intranquilo por lo gordo que estoy y lo poco que hago en todo el día. El martes estuve con Antonio Salgado, mi amigo de la carrera de filología y me sentó mal algunas observaciones que hizo sobre mi vida y mis costumbres. El miércoles estuve a Madrid a por un pantalón que compré el viernes pasado y me quedé en la Plaza de España sentado en un banco escribiendo un par de cuentos. Estaba enfadado con Eva, así que los cuentos salieron misóginos. Donde más noté mi depresión era al ver las caras ilusionadas de jovencitos y otras gentes que se reían y tenían ilusión por la vida y mi falta de la misma lo que me llevaba a comparaciones odiosas.
En fin, que estaba o deprimido o asqueado de mi vivir.
Sin embargo, el fin de semana lo pasé bien con mi novia aunque discutí bastante con ella, resentido por haberla dicho que quedara el jueves y el viernes y ella decir que no quería. Aunque discutimos, nos aclaramos al final pero la guardé rencor. Este lunes, lo pasé un poco mal, intranquilo por lo gordo que estoy y lo poco que hago en todo el día. El martes estuve con Antonio Salgado, mi amigo de la carrera de filología y me sentó mal algunas observaciones que hizo sobre mi vida y mis costumbres. El miércoles estuve a Madrid a por un pantalón que compré el viernes pasado y me quedé en la Plaza de España sentado en un banco escribiendo un par de cuentos. Estaba enfadado con Eva, así que los cuentos salieron misóginos. Donde más noté mi depresión era al ver las caras ilusionadas de jovencitos y otras gentes que se reían y tenían ilusión por la vida y mi falta de la misma lo que me llevaba a comparaciones odiosas.
En fin, que estaba o deprimido o asqueado de mi vivir.
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