No sé lo que me pasa últimamente que no tengo fe en lo que escribo. El pequeño orgullo que pudiera sentir por lo que escribo, ya no lo siento. En mi divagar por casa y por las calles no enlazo ideas de contenido poético o narrativo, no se me ocurre nada bonito sobre lo que veo o siento, no veo pequeños argumentos en las cosas que percibo, no delineo en pequeños pensamientos la descripción de cosas ni personas. Ando como falto de inspiración por el mundo y me siento muy mal.
Es una tortura ponerme por las tardes delante de mi novela y no ocurrírseme nada bueno.
La valoración que hago de mis ocurrencias es muy pobre porque pobres son mis ocurrencias.
Bueno, esperaré a que esto cambie.
Febrero no ha venido muy cálido que se diga pero veré la manera de hacer ejercicio porque me veo muy gordo. Esta tarde procuraré andar hasta Las Rozas y quitarme esa idea de pereza que me mata.
Intentaré esta tarde escribir; si no puedo, me iré a andar.
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