Decía Gabriel García Márquez que el oficio de escritor es muy solitario. Además, digo yo, es una lucha contra tu propio espíritu y tu propia mente. Si tu mente no crea, tu espíritu deja de creer en tu mente y se desespera. Salen las dos malparadas pues después de ese estado de falta de inspiración, tu espíritu deja de tener fe en lo que has hecho anteriormente y todo lo creado se viene abajo.
Ya nada vale, ni lo anterior ni lo que pobremente creas después, que es como un añadido triste y sin ganas.
Es mejor dedicarse a otras cosas hasta que algo haga surgir otra vez la fuerza creadora.
Es duro enfrentarse a la página en blanco y que no te salga nada.
Y es duro porque es la tarea principal que uno se marca.
Pelillos a la mar. Me voy a dar un paseo.
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