Los domingos los periódicos adivinan que tenemos tiempo para leer un montón de noticias y por eso cargan sus páginas de ellas hasta la hartura. Yo las leo en internet, las de todos los periódicos. Me limito a los titulares aunque a veces leo algo de opinión o alguna noticia que considero interesante. Por ejemplo, he leído una que dice que España no está en recesión, sino en depresión, como estuvo EEUU en 1930. También leo sobre un niño de 12 años que ha viajado desde Bruselas a Málaga burlando todos los controles. Me gustaría hacerlo yo. Es una noticia simpática. Leo que en México hay 13 violaciones cada hora, en el Congo hay 1100 al día. Leo sobre los drones, esa nueva forma de matar. Leo sobre los narcos en Medellín. Leo sobre los indultos del gobierno, leo sobre la crisis institucional española, de modo que el político mejor valorado tiene un 3. Leo tantos horrores que me quedo tieso, dolorido y espeluznado ante tanta barbarie que se desata en el mundo todos los domingos. La crisis está ahí fuera haciendo trizas todo atisbo de esperanza. La situación mundial empeora a una velocidad demoledora. El paro sube aunque los gobiernos hicieron reformas para que bajara. No hay reforma que valga para algo en estas horas bajas. La corrupción que aflora como una fantasma que estaba enterrado, lo vuelve todo más difícil. Lo peor de todo es que si uno empieza a pensar en todo este infierno de mundo en el que vivimos se siente uno muy mal y se pone a pensar también qué podría hacer para remediarlo y al no encontrar modo de solucionar nada, se le queda a uno mal espíritu y con un resabio de culpa. En el ámbito privado de la casa, uno se siente bien. Uno ha descansado, ha desayunado y ha leído el periódico tranquilamente en un sofá. Pero, ¿y ese malestar que se sufre después de leído?¿Con qué se remedia?¿Qué se puede hacer aparte de maldecir tanta desfachatez y crueldad vista por el mundo? Nada. Rumiar un poco el mal sabor de boca que queda y apaciguarlo con una paella dominical.
Todo va mal. Seguro que todo va a ir peor. Los locos gobiernan el mundo. Sálvese el que pueda. Esta es la triste consigna.
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