Aun sin ganas de escribir, tomado por entero por el aburrimiento de no tener nada que hacer, me he levantado esta mañana y mi horóscopo me anuncia una semana complicada. El horóscopo suele fallar pero la semana que se avecina seguro que no fallará.
Mañana martes veré a Antonio, el amigo de la carrera de filología, y espero que sea una conversación interesante la que se cruce entre él y yo. Porque nada interesante guarda esta semana entre sus arrugados y tristes días en que, ya digo, no hay nada que hacer.
Mis antiguas ocupaciones han sufrido un parón. Tengo dos narraciones por continuar y se me ha ocurrido una idea: mataré a uno de los personajes, a ver qué pasa. Espero que todo se trastoque con una muerte violenta y cruel pera dar inicio a la resolución de todos los conflictos que plantea el texto. Me libraré de mis personajes que no avanzan avanzando la muerte de uno de ellos. Es duro, casi me pongo a llorar de pensar que tendré que escribirlo, pero lo escribiré; así me liberaré de la gran carga que era ir buscando ocupaciones y entretenimientos para unos personajes con los que ya no sabía qué hacer. Parece una cosa dura el matar a un personaje pero el terreno de la ficción puede con todo, todo lo aguanta como la redacción de las leyes que nunca se cumplen.
Por otro lado tengo otra narración que consiste en un hombre que se quiere hacer mendigo por voluntad propia. Y ese es el gran problema: ¿cómo justifico yo que un hombre se quiere hacer mendigo?¿cómo puede ser que un hombre con su televisor y su nevera llena quiera hacerse mendigo?¿es absurdo, no? Pues así de absurda debe ser mi novela. Me da igual que no tenga parangón con la realidad en que vivimos en que todo el mundo quiere más y más. El caso es que no voy a buscar justificaciones a este hombre que se quiere hacer mendigo, se hará mendigo porque a mí, su autor, le da la gana. Porque desde su situación de mendigo puede filosofar mejor. Lo malo es que me tengo que inventar el pasado de ese mendigo que quizás sí justifique su mendicidad pero ese pasado soy incapaz de inventármelo. No sé qué pasado de un hombre puede hacer que sea mendigo voluntario. Y hay que recalcar eso de voluntario. Porque nadie es mendigo voluntario en esta tierra, que yo sepa. ¿O sí? Dicen que de todo hay en la viña del Señor, por lo tanto ha debido haber mendigos voluntarios a lo largo de la historia, véase, Diógenes, el que vivía en una cuba, uno de los primeros filósofos del mundo, que fue, en realidad el que me sugirió componer esta historia. Necesito un pasado o una voluntad firme de ser mendigo para crear un personaje pero no me sale ni una línea. ¿Qué hacer? Dios proveerá.
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