Son las 12:50. Me he levantado a las 12:00. Veo el sol por la ventana y me digo a mí mismo que hubiera sido una buena mañana para dar un paseo por el campo. En esta sociedad se premia el ocupar el tiempo, el hacer cosas pero, ¿lo bien que estaba yo en la cama al calorcillo de las sábanas? Hay una tendencia que se llama slow o algo así y que consiste en hacer pocas cosas y despacio.
No estoy motivado por hacer cosas.
Podría levantarme y barrer y fregar pero no lo hago.
Se está muy bien pegadito a las sábanas, calentito como un bollo, metidito en la cama. Ya vendrán otros tiempos de levantarse pronto.
Con la paga que me dan no necesito trabajar y no sé si eso es un progreso en mi vida pero muchos trabajadores darían el brazo por quedarse en la cama hasta las doce.
Se me ha roto el reloj casio. Es una señal. Una señal de que el tiempo no cuenta. Parece como si mi vida se hubiera estancado porque yo antes era muy activo e iba de allí a aquí. Ahora no voy a ningún lado. Me quedo quietecito leyendo las noticias en mi casa.
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