Una cierta confusión mañanera me embarga. A estas horas, tiempo ha, mi cuerpo y mi mente se habían desplazado hasta los barrios de Madrid para impartir clases. Ultimamente, mi cuerpo y mi mente no se desplazan lo más mínimo y me siento como atrapado en mi propia casa por esa inoperante inmovilidad. Leo que la gente de la movida se siente decepcionada con el paso del tiempo por lo que ha devenido España. Unos dicen que España no es la última de la cola y la sensación que se tiene sobre la debilidad de la nación es exasperante por poco cierta. Somos una nación con muchas posibilidades aunque no queramos verlo.
Ayer fuimos mi hermano, Eva y yo a visitar pueblecillos como Fresnedillas y Valdemorillo. En Valdemorillo oí a un señor cantar flamenco. A mí me gustó mucho. Fue algo inusual dentro del aburrimiento general de la gente.
Hoy es santo Tomás de Aquino, patrón de los maestros. Se oyen voces infantiles por la calle.
Esta tarde me pondré de frente al ordenador y seguiré con la novela. Después, procuraré hacer algo de ejercicio.
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